Entrevistas: Doyle 'Texas Dolly' Brunson

Anónimo | 22/05/07

A sus 74 años, el Patriarca del Póquer no parece tener intención de aflojar el paso, y continúa dando batalla como en sus mejores días en cuanta mesa se le cruza. Autor de Super System I y II -libros considerados entre los mejores que existen sobre el juego- quiere ser conocido y recordado como alguien que durante toda su vida promocionó y contribuyó con el póquer.

Nacido en Longworth, Texas, un 10 de agosto de 1933, Doyle Brunson lleva más de 50 años como jugador profesional de póquer, demostrando que puede ser una ocupación respetable.

En su sitio oficial de la red de Doyle's Room ofrece esta entrevista, de la que les ofrezco los mejores extractos.

¿Cómo fue crecer en el oeste durante las décadas del 30 y 40?

Fui un chico de granja que creció en un pueblo muy pequeño de menos de 100 habitantes. Todos allí trabajaban la tierra. No teníamos mucho dinero, pero tampoco nos importaba mucho porque éramos felices. Era la época de la Gran Depresión, y había muchos a nuestro alrededor que tenían menos.

Durante mi adolescencia hice mucho deporte, en parte porque mi padre administraba el gimnasio del pueblo, de manera que yo jugaba y practicaba todos los días mientras el resto de los chicos hacía otras cosas. Sabía que la única forma de dejar Longworth e ir a la universidad era conseguir una beca deportiva. Así que me concentré en ello, y no fue ningún problema porque me gusta mucho competir y tenía condiciones naturales para el deporte. Cuando estaba en la preparatoria de Sweetwater (Texas), formé parte del seleccionado de baloncesto del estado. También gané el Campeonato Estatal de carreras de una milla, lo que me inundó de ofertas de todas las universidades estatales. Me decidí por la Hardin-Simmons University de Abilene porque estaba cerca de casa y muchos de mis amigos estudiaban allí.

¿Cómo pasaste de ser una promesa del atletismo, incluyendo una preselección para los Minneapolis Lakers, a convertirte en un jugador de póquer profesional?

Realmente no jugué mucho póquer en la preparatoria. En lugar de ello hacía atletismo y me concentraba en los estudios. Cuando llegué a la universidad era el segundo mejor corredor de una milla del estado y fui elegido el Jugador Más Valioso; pero todo ello terminó cuando sufrí una lesión en mi rodilla. Allí quedaron mis aspiraciones de ser un atleta profesional, y es la razón por la que uso muletas ahora.

Cuando acepté que mi carrera en los deportes estaba terminada comencé a jugar póquer para tener un sostén. Recorría las universidades donde sabía que se jugaba póquer. También puse más énfasis en mis estudios y conseguí una licenciatura en Educación Administrativa. En ese momento pensé que sería un profesor, pero cuando me enteré cuánto ganaban decidí que no ejercería esa profesión.

¿Has tenido algún trabajo "normal" en tu vida?

Una vez. Comencé el único trabajo normal que tuve en mi vida justo después de graduarme. Ingresé como vendedor de equipos de contabilidad en la Corporación Burroughs, pero eso sólo duró dos semanas. Cuando me entregaron mi primer cheque sentí que no estaba hecho para eso. Sabía que podía hacer más dinero en un bote de póquer. A partir de allí todos los pequeños juegos de Texas se convirtieron en mi territorio.

En tu libro According to Doyle cuentas algunas historias de tu experiencia en el circuito clandestino de póquer de Texas durante la década del 50. ¿Cómo eran esos juegos?

Trabajé gradualmente mi juego desde aquellos muy pequeños en las universidades hasta los más grandes que eran privados. Se jugaban en la lado norte de Fort Worth, y déjame decirte que esa área era el lugar más peligroso del mundo para jugar póquer. Los robos y asesinatos eran algo común allí. Ese fue el lugar donde tuve mi entrenamiento.

Los mejores juegos estaban en lo que llamábamos la Bloodthirsty Highway, y allí todos estaban fuera de la ley de una u otra forma. Ladrones, proxenetas, elementos muy malos. Pero fueron ellos precisamente los que hicieron realmente buenos a los juegos de póquer. No tengo que decir que sufrí algunos rasguños en mi camino, pero más tarde pude avanzar a los que valían la pena. En ese momento el big game tenía un ante de un dólar. Recuerda que eran los 50s, un dólar valía mucho más que ahora. Si sabías lo que estabas haciendo podías ganar unos cientos.

Allí es donde conocí a Sailor Roberts (Campeón Mundial de Póquer en 1975), y juntos comenzamos a viajar por todo Texas. En esos viajes conocimos a Amarillo Slim, y formamos una sociedad. Era muy bueno tener con quien viajar, y cada uno velaba por el otro, había muchos peligros por allí en ese entonces.

¿Qué clase de peligros?

Para comenzar debías evitar ser arrestado por la policía. Después tenías que protegerte de las trampas en el juego. Una vez hecho eso debías ocuparte de recoger el dinero que habías ganado, y aún después cuidar de no ser secuestrado. Era una experiencia horrorosa. La gente que hoy juega en los grandes y lujosos salones de póquer legales no comprenden cómo era ser un jugador de póquer en esos días. Era una cosa detrás de la otra. Pero no por ello dejaba de ser interesante: siempre había alguien que quería hacerse de tu dinero, de una u otra forma.

¿Cuántas veces te robaron?

Tantas que no recuerdo el número. Una vez estábamos en uno de los juegos clandestinos de Fort Worth y de pronto la puerta se vino abajo y entró un sujeto armado que disparó sobre el que estaba sentado a mi derecha en la mesa. ¡Recuerdo cómo caía su cabeza y la sangre salpicando las paredes! En otra oportunidad me enfrentó un tipo con un bate de béisbol y me exigió mi dinero.

¿Se lo entregaste?

Claro, claro. Otra vez un sujeto apareció detrás de mi y me puso un cuchillo en el cuello. Nos robaron muchas veces.

Una de mis anécdotas favoritas es la de aquella vez en que estabamos en un juego grande en Austin. Había tres o cuatro mesas en juego en la casa, y de pronto los cristales de las ventanas se rompieron y entraron varios sujetos con pasamontañas y escopetas. Nos pusieron contra la pared y nos bajaron los pantalones hasta los tobillos. Entonces tomaron nuestro dinero.

Uno de ellos dijo, "No tenemos tiempo como para desvestirlos y revisarlos a todos. Nos darán su dinero y luego elegiremos tres o cuatro de ustedes y los revisaremos, y si llegamos a encontrar algo escondido les volaremos una pierna."

Recuerdo a uno de los jugadores diciendo, "¡Hey, amigo, aquí hay $400!," y otro, "¡No olvides estos $600!" Luego de eso uno que llevaba una escopeta de dos caños vino hacia mí -supongo que por ser el más alto de todos- y me preguntó quién administraba el juego. No soy un soplón así que respondí "No lo sé."

No le gustó la respuesta, y me golpeó en el estómago. "¿Quién maneja este juego de póquer?," volvió a preguntar, y mi respuesta fue la misma, "Señor, no lo sé." Me golpeó en la cabeza con la culata, pero cuando volvió a preguntar le di la misma respuesta. Entonces tomó su escopeta de dos caños, la amartilló, y apuntándome entre los ojos dijo, "Te preguntaré por última vez: ¿quién maneja este juego de póquer?" Y yo le respondí, "¡Ese tipo que está ahí!"

(Riendo) ¿Cuándo jugaste Texas Hold'em por primera vez, y cómo pudiste dominarlo?

Tenía un juego grande en Lake Granbury, cerca de Fort Worth. Allí todos jugaban Texas Hold'em, una variante que yo nunca había jugado. Mi experiencia era con el Lowball, War, y Stud. Pero me resultó sencillo encontrarle el truco, a diferencia de otras personas, aunque no sé por qué. En una semana era el mejor jugador de Texas Hold'em.

No había libros de póquer en ese entonces. ¿Jugabas una sesión y luego volvías a casa para pensar en lo que habías hecho tratando de descubrir formas de mejorar?

Hoy hay muchos softwares de ordenador para mejorar el juego. Pero en esos días ni siquiera había ordenadores, por lo que todo mi trabajo era manual. Barajaba una mano aquí, ponía otra allá; lo hacía miles de veces, una y otra vez. Eso me ubicó por delante de mucha gente en este juego. Hoy todos pueden aprender a jugar bien gracias a los libros, pero entonces nadie conocía la forma correcta de jugar. Luego de cada sesión iba a un hotel con Amarillo Slim y nos pasábamos la noche hablando de manos y diferentes situaciones. No muchos conocen lo estudioso del juego que era Slim, y hoy dicen que no sabe jugar, pero puedo asegurar que sabe muy bien cómo hacerlo.

También aprendí de Johnny Moss, que era el mejor jugador de póquer en el mundo en esos tiempos. Lo observaba y estudiaba, y si tuve un mentor, fue Johnny Moss. Cuando tenía 50 años era el mejor jugador; y luego llegó a los 70 y los 80, y dejó de serlo. Todos decían que no era un buen jugador. Eso es algo que no quiero que me suceda a mí, y estoy en los setenta ahora.

¿De dónde salió lo de "Texas Dolly"?

Se puede decir que ese sobrenombre me lo puso Jimmy Snyder, de una forma accidental. Él me decía Texas Doyle, y así me llamó en una oportunidad en que estábamos en las World Series fo Poker. Un periodista dijo que había sonado como Texas Dolly y yo me reí, pero así salió publicado. Desde entonces es el sobrenombre con el que me mencionan.

Una de las cosas que siempre transmites es la importancia del honor entre jugadores. Rutinariamente cierras tratos de miles de dólares con un apretón de manos. Alguna vez has dicho, "Si no puedo mirar a alguien a los ojos y confiar en su palabra, entonces no quiero cerrar un trato con él." ¿Cuál es ese concepto tan importante de establecer el honor y la confianza entre jugadores?

Una vez que pierdes tu reputación en este negocio, estás listo. Cuando comencé en esto no había mucha gente que cargara con su dinero por todas partes, era antes de los cheques y las tarjetas de crédito. Algunas veces todo lo que tenías era tu palabra. Por eso jugábamos basándonos en la confianza. Hacíamos acuerdos por sumas muy grandes confiando en nuestra palabra, algo que la gente de ahora no cree. Pero aún puede confiarse en la palabra de los verdaderos jugadores.

Tiempo atrás dijiste que podrías enfrentar a una mesa completa de jugadores y vencerlos sin ver tus cartas. ¿Puedes hablar de ello?

Claro. Es el juego de póquer ideal. Es similar a cuando fui eliminado en la final del World Poker Tour en el Bellagio con Q-8. Algunos no podían entender qué es lo que estaba haciendo, pero para mí era igual llevar 7-2. Estaba jugando la situación. No había logrado ni una pareja en todo el día, y viene este chico y hace un raise de $60.000 que para mí fue simbólico, y decidí subir all in por $500.000 pensando que podía ganar allí mismo la mano. Y bueno, el chico me vio con pareja de Js y me eliminó junto a otro jugador. No sé cómo pudo haber hecho ese call, pero lo hizo. De manera que hice una mala lectura. La mayoría de la gente tiraría los Jacks en esa situación, pero así es el póquer. No puedes jugar suficientes manos en esos torneos sin hacer algunas jugadas valerosas.

¿Habrías hecho el mismo raise llevando 7-2?

Por supuesto que sí. Lo que yo llevaba no importa. Era la situación. De eso es lo que estoy hablando: el 90% de las manos no se muestran en un juego de póquer. Subes, apuestas, y apuestas de nuevo. Especialmente cuando hay mucho dinero en la mesa. A eso me refería cuando dije que podía ganar sin mirar mis cartas. No son las cartas las que te hacen un ganador o un perdedor, es la situación que surge.

Has ganado grandes premios, dos WSOP consecutivas, diez brazaletes, millones de dólares. Puedes retirarte y vivir confortablmente. ¿Aún tienes objetivos que cumplir como jugador?

Pienso que he perdido mucho de mi ego en todo este tiempo. Quizás es por algunas cosas críticas que me sucedieron en mi vida. Ahora veo que hay cosas realmente importantes en la vida que no están relacionadas con lo que hago para vivir. Mi esposa Louise y yo perdimos una hija de 18 años hace algunos años, y eso me mostró que me estaba engañando en algunas cosas. A partir de allí perdí mucho de mi ego, aunque no completamente. Aún siento orgullo por lo que conseguí, y quiero dejar un legado positivo. He jugado póquer de altas apuestas mucho más tiempo que cualquier otro jugador ¿sabes? Y estoy muy agradecido de haber llegado tan lejos.

El mayor farol que has hecho en tu vida no sucedió sobre una mesa de póquer. Cuéntanos qué sucedió cuando engañaste a quienes intentaban robar tu casa hace algunos años.

(Ríe) Volvíamos a casa una noche y cuando llegamos a la puerta principal nos encontramos con dos ladrones que intentaron asaltarnos. No los quería en mi casa, así que espontáneamente fingí un ataque cardíaco. Cuando comencé a caer al piso los cacos se asustaron y corrieron.

Una última pregunta. Luego de ganar uno de tus últimos brazaletes de las WSOP te preguntaron cuándo pensabas retirarte, y respondiste, "Cuando deje de ganar." ¿Cuánto más crees que seguirás?

No lo sé. Realmente. Sé que soy afortunado al poder jugar a este nivel y ganar más de lo que pierdo. He mantenido mi mente en actividad; no he dejado de hacer cosas, de pensar cosas. Aún pienso como un jóven, y no como un viejo. Hoy en día, cuando me veo en fotografías actuales pregunto "¿Quién es este sujeto?" Cuando veo las imágenes de los torneos no puedo creer lo mayor que me veo, porque aún tengo la mentalidad de alguien de 19 años. Tengo una visión de mí que es muy diferente a como me ve el resto de la gente. Por ejemplo, nunca me vi como una persona con problemas de peso. Aunque sé que los tengo, no me veo así. La imagen mental que tengo de mi es la del chico que creció en Texas y consiguió el récord en la milla. Muy dentro mío, aún está ese chico.

Fotografías Doyle's Room.

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