Salsa

El cartero siempre pega dos barrels

Fran Medina | 12/01/12
Chorrea la salsa en el caso Duhamel. Lo que parecía ser un típico caso de robo a una persona con dinero acaba convirtiéndose en una urdimbre propia de un telefilme de sobremesa con dinero, conspiraciones, celos y crímenes.


Antecedentes

21 de diciembre de 2011. Jonathan Duhamel es asaltado en su domicilio de Montreal por dos hombres que le roban y apalean vilmente, mientras un tercero esperaba en su coche. Su brazalete del Campeón del Mundo 2010 forma parte del jugoso botín con el que se han hecho esta recua de malandrines.

Días después, cuatro personas son detenidas por su implicación en el robo. Entre ellas, una chica que había mantenido una relación sentimental con Duhamel meses atrás.

Todo lo que el lector conocerá a partir de este punto es fiel reflejo del torbellino de pasiones humanas -bien bajas en su mayoría- que dibujan una historia donde se entremezclan amor, odio, sexo y codicia a partes iguales.

Acompáñenos en este fascinante viaje a lo más oscuro del alma humana en esta dramatización de los hechos que acaecieron en la vista ante el juez de los cuatro detenidos.



Personas

JONATHAN DUHAMEL (el campeón del mundo, 24 años)

BIANCA ROJAS-LATRAVERSE (la femme fatale, 20 años)

JOHN STEPHAN CLARK LEMAY (el escritor, 22 años)

ANTHONY BOURQUE (el sensible, 20 años)

SEÑORITA X (la misteriosa, X años)

PIERRE BELISLE (el juez, 62 años)

NANCY DELORME (la fiscal, 43 años)



Acto primero

I

Sala número tres del juzgado de Longueuil, Montreal, Canadá. Varias personas se sientan al final de la sala observando la vista. El ambiente es distendido. Mayormente familiares, curiosos y miembros de la prensa. Al levantarse el telón la multitud parece estar riéndose y se oye el golpe del mallete sobre la madera en repetidas ocasiones.

(La concurrencia parece calmarse y Lemay se pone en pie.)

LEMAY. Señoría, solicito una fianza para mi puesta en libertad previa a la vista final de mayo.

JUEZ BELISLE Entiendo. Pero usted se ha declarado culpable de los cargos, ¿no es así?

LEMAY. Así es, Señoría.

JUEZ BELISLE. Bien. En ese caso necesito saber cuál es su domicilio habitual.

LEMAY. Hum... Actualmente no tengo un domicilio habitual, Señoría.

JUEZ BELISLE. Entiendo. Dígame, señor Lemay. ¿A qué se dedica?

LEMAY. Soy escritor, Señoría.

JUEZ BELISLE. ¿Por cuenta propia o por cuenta ajena?

LEMAY. Trabajo por cuenta propia. Actualmente estoy trabajando en un proyecto grande; una novela.

JUEZ BELISLE. Una novela, ¿eh?

LEMAY. Sí, Señoría. Una novela. De unas 8.000 páginas.

(Se oye un murmullo y alguna carcajada en la sala.)

JUEZ BELISLE. ¡Orden! ¡Orden! Vaya, señor Lemay. Quién lo iba a decir. Un proyecto así debe llevarle mucho tiempo.

LEMAY. Así es, Señoría. Paso la mayor parte de mi tiempo escribiendo.

JUEZ BELISLE. Por supuesto. Y, dígame, señor Lemay. ¿A qué se dedica usted cuando no está...escribiendo?

LEMAY. Bueno, como le he dicho, escribir consume la mayor parte de mi tiempo.

JUEZ BELISLE. Pero tendrá usted alguna afición, algo que le guste hacer.

LEMAY. Beber, Señoría.

JUEZ BELISLE. Sí, de eso no me cabe duda. (Saca un papel.) Según puedo leer aquí, no es la primera vez que usted cuenta esto a un juez.

LEMAY. No, Señoría.

JUEZ BELISLE. Ha sido usted detenido y acusado hasta en dos ocasiones por conducir bajo los efectos del alcohol.

LEMAY. Bueno... (Pausa.)  Así es, Señoría.

JUEZ BELISLE. Supongo que se dirigía usted a la biblioteca para documentarse, ¿no es así? ¿Señor Lemay?

LEMAY. Hum... bueno. Es que también... soy promiscuo.

JUEZ BELISLE. Es usted promiscuo.

LEMAY. Sí, usted me entiende. (Pausa) Eso...

(De nuevo risas en la audiencia. Cae el telón.)

 

II

(Se levanta el telón. La sala parece más vacía. El ambiente es bastante más lúgubre. Un periodista, un hombre de mediana edad y varios guardias se encuentran en la sala, además del acusado.)

JUEZ BELISLE. Señor Bourque, ¿entiende usted la gravedad de los hechos?

(Bourque tartamudea con frecuencia, visiblemente nervioso.)

BOURQUE. S...sí. Señoría.

JUEZ BELISLE. Usted ha declarado que se encontraba en el lugar de los hechos la mañana del 21 de diciembre de 2011.

BOURQUE. Así es.

JUEZ BELISLE. Dígame, señor Bourque. ¿Entró usted en casa de la víctima?

BOURQUE. La vic...víctima. Sí, Señoría.

JUEZ BELISLE. Cuénteme cómo sucedió.

BOURQUE. Bueno, Johnny se vistió como si fuera un mensajero y... yo me puse en el la... en el lateral de la puerta. Entonces, Johnny llamó a la puerta y él abrió. Yo llevaba un rollo de cinta aislante para taparle la boca y atarle.

JUEZ BELISLE. Ha dicho que se escondió “en el lateral de la puerta”.

BOURQUE. Sí, para que no me viese.

JUEZ BELISLE. Entiendo. Dígame, señor Bourque, ¿conocía a la víctima?

BOURQUE. Sí, Señoría.

JUEZ BELISLE. Es decir, le había visto anteriormente.

BOURQUE. Así es, Señoría.

JUEZ BELISLE. ¿Dónde?

BOURQUE. En la ESPN.

(Un silencio incómodo invade la sala durante varios segundos. El Juez Belisle ejecuta un breve “facepalm”. El abogado defensor se remueve en su asiento algo incómodo.)

JUEZ BELISLE. Bien, continuemos. Su cómplice llamó a la puerta y la víctima abrió. ¿Qué sucedió después?

BOURQUE. Johnny le golpeó con la caja que traíamos para él y entramos rápidamente. Gritó un poco, pero..pero nadie nos escuchó. Entonces le atamos y le tapamos la boca con la..con la cinta aislante que yo llevaba.

JUEZ BELISLE. ¿Qué había en la caja, señor Bourque?

BOURQUE. Nada. Señoría, en realidad Johnny no es me...mensajero. La caja estaba vacía.

JUEZ BELISLE. Golpearon a la víctima con una caja vacía, entraron por la fuerza en su casa y le ataron y taparon la boca con cinta aislante. ¿Correcto?

BOURQUE. Sí, Señoría.

JUEZ BELISLE. Y entonces, ¿qué hicieron?

BOURQUE. Bu...bueno. Le quitamos la cinta aislante de la boca. Pa... para pedirle la combinación de la caja fuerte.

JUEZ BELISLE. Continúe.

BOURQUE. Bueno...nos...nos dio la combinación y nos...nos pidió que no le hiciéramos daño, Señoría.

JUEZ BELISLE. Y entonces ustedes se llevaron unos cuarenta mil dólares canadienses en billetes de cien dólares, setenta y cuatro mil euros en billetes de quinientos euros, un reloj valorado en unos diez mil dólares y un brazalete dorado que la víctima había recibido por su victoria en las Series Mundiales de Poker.

BOURQUE. Sí...Señoría. Yo...yo lo guardé todo en la caja. Pero...

(Repentinamente, Bourque parece perder los nervios y solloza visiblemente.)

JUEZ BELISLE. Continúe, señor Bourque. ¿Qué sucedió después?

BOURQUE. Johnny...Johnny perdió la cabeza, Señoría.

JUEZ BELISLE. ¿Perdió la cabeza?

BOURQUE. Así es. Empezó a... a patearle. Yo le... le pregunté qué estaba haciendo y... y me mandó callar.

JUEZ BELISLE. Y entonces se fueron.

BOURQUE. Así es, Señoría.

JUEZ BELISLE. ¿Y que planes tenían ustedes después del robo?

BOURQUE. Bu...bueno. Yo no sé nada.

JUEZ BELISLE. No sabe nada. Usted allanó la casa de la víctima en un acto perfectamente orquestado, fue cómplice de una agresión y robo y “no sabía qué iban a hacer después”. ¿Qué parte del botín le tocaba, señor Bourque?

BOURQUE. Bueno...yo...yo quería el brazalete. Pero...no me lo quisieron dar. Me dieron un...un iPhone.

JUEZ BELISLE. Un iPhone. Se llevó usted el teléfono personal de la víctima.

BOURQUE. Eso es...Señoría. Pero me iban a dar el bra...brazalete, eso seguro. Bianca me dijo que... que habría que esperar un poco.

JUEZ BELISLE. ¿Es usted consciente de que el aparato que se llevó tenía un sistema de rastreo mediante GPS incorporado?

BOURQUE. Va...vaya...

(Se cierra el telón.)

Continuará...

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