El Debate

Sesiones que ensucian el alma

Antonio Romero | 24/04/15
Sesiones que ensucian el alma
¿Eres de los que se sienten incómodos al leer el chat entre “bajskorven98” y “megabanny”, o no sueles empatizar con los rivales?

Es curioso cómo esta semana se han juntado varias noticias sobre personajes que eran o se han hecho conocidos entre los aficionados al poker por perder grandes cantidades de dinero.

Hemos dado la enhorabuena a Guy Lalibertè por lograr vender el Circo del Sol por una millonada y hemos dedicado una buena cantidad de esfuerzo  a estudiar el perfil de Andy Beal como empresario y enamorado de las matemáticas.

Como invitado especial y para completar este heterogéneo trío de jugadores recreacionales, hemos seguido las andanzas de “megabanny”, una aparición arrolladora en las high stakes online que nos ha tenido en ascuas durante todos estos días.

He de decir que he disfrutado leyendo y escribiendo sobre esos personajes, pues su acercamiento al poker tiene enfoques muy variados. Rebuscar en sus vidas, sus negocios o sus sesiones ha sido apasionante.

Nadie se sienta a la mesa para regalar su dinero

Pero a mí, como a alguno de nuestros lectores, nos ha quedado un sabor de boca un pelín amargo con el canto de cisne del anónimo portugués.

Que nadie se lleve a engaño por esta premisa inicial. No hay un solo jugador que se siente a la mesa con intención de regalar su dinero, y seguro que ninguno de ellos tendría escrúpulo alguno en ganar todo el que tú tienes en el cajero.

Empecemos por Andy Beal. Lo que motiva al banquero estadounidense es un exagerado ansia de competición. Pone todo su empeño en prepararse para derrotar a su rival. Analiza y utiliza todas las estrategias a su alcance, con el fin de imponerse en la partida. 

Es la mentalidad del más pragmático de los profesionales imbuída en la figura del mayor de los recreacionales. No hay reproche alguno en ponerse el disfraz de Predator y dejar cualquier escrúpulo a un lado para reclamar un trofeo que va a vender cara su piel.

A Beal le anima un exagerado ánimo de competir

El dinero que le sobra a Beal no es la única razón para poder adoptar este acercamiento al poker. Este tipo de comportamiento lo hemos visto en jugadores más modestos como “P0kerParty!”, aunque estiremos un poco tramposamente la fina línea que define al jugador recreacional. Este especialista en PLO recargaba periódicamente su cajero en niveles medios para dar el salto a las highstakes, donde pretendía medirse contra los mejores.

En las high stakes a las que pretendía subir su comportamiento era de recreacional, en el sentido de que abandonaba los principios de gestión de banca y demás mecanismos que los regulares ponen en marcha a la hora de escoger el nivel en el que se deben mover. Bustear a un rival así debe ser una inyección de orgullo, sin el menor resquicio para  la piedad.

El poker también puede cumplir una función social y ser puro entretenimiento. A veces, nuestra obtusa y analítica mentalidad de estudiosos del juego nos hace olvidar por un momento de que el poker es un juego y de que hay un importante porcentaje del público que nunca dará un paso más allá de esa consideración.

Laliberté juega para socializar y divertirse

Es nuestra labor y nuestro deber como garantes de la esencia pokerística ofrecer a este tipo de jugador lo que está buscando, contribuir a que sea una experiencia a la altura de las expectativas y recibir a cambio el dinero que está dispuesto a invertir en el disfrute de esta actividad.

A Guy le encanta sentarse con los pros, salir en la tele jugando contra ellos, organizar eventos pokerísticos relacionados con su ONG y pelearse con los jugadores de las nosebleeds. Y paga una justa tarifa por ello.

De nuevo, en lo que me lleva chascar los dedos, puedo encontrar un ejemplo en lo que nada tiene que ver disponer de fondos casi ilimitados.

No sé si conoces a “urubu111”, un jugador muy capaz que no tiene problema para ser un jugador ganador en los niveles medios de PLO. Pero tiene un gusto especial por los flips. Sentarse a una mesa e ir all-in “sin mirar las cartas”. A él lo que le divierte es ver cómo las comunitarias esculpen el showdown. Y no le importa ofrecer incentivos para que alguien actúe como rival en esta especie de justas que tanta gracia le hacen al brasileño.

En cambio, el desenlace de la aventura por las high stakes de “megabanny” es precisamente de los que son capaces de encoger el estómago del rival y de los que tanto juego dan a los detractores del poker, siempre atentos a intentar convertir lo que es un caso extremo en cotidiano a la hora de echar picante a sus artículos.

Después de tres días con el mostrador abierto las 24 horas a varios de los rivales más peligrosos del lobby, entre ellos nuestro compatriota Alberto Gómez “RPerfumo”, el portugués acabó vaciando su cajero.

Las expresiones de "megabanny" encogen el estómago

Algunas de las manos que se vieron en el showdown ponen en duda su intención o capacidad de competir y el chat en el que anunció que había perdido todo su dinero no daba precisamente la impresión de que se hubiese divertido.

Expresiones como “me cago en mi vida”, “me voy a pegar un tiro” o “he perdido un dinero que no tengo” no son para tomárselas a broma. 

No hay mucho que reprochar a su rival, que aceptó amablemente jugar bajo las condiciones que le pidió en cada momento “megabanny” y nunca fue irrespetuoso ni ventajista. El único recurso que veo para evitar este tipo de situaciones es una intervención directa de la sala.

Los recursos que ponen las regulaciones a disposición de los operadores a la hora de pelear contra el juego compulsivo y las políticas que obligan a observar a las salas se basan demasiado en el autocontrol. Es el jugador el que se puede autoimponer límites en los depósitos, en los niveles o incluso en el acceso al cliente de la sala. 

Pero en la situación de la que estamos hablando, en caso de que “megabanny” estuviera siendo totalmente sincero en el chat, el autocontrol brilla completamente por su ausencia.

El súbito aumento de actividad, la discrepancia entre el volumen de dinero invertido anteriormente y el tamaño de las apuestas actuales debería hacer sonar algún tipo de alarma en la sala que obligara a abrir una investigación sobre el origen de la anomalía. Ya no solo por ser un posible comportamiento autodestructivo, sino porque como entidad financiera debería tener mucho cuidado con esos súbitos movimientos de dinero.

En casos como el de "megabanny", el autocontrol no es solución

Si los fondos no provienen de un pinchazo en un torneo, una gambleada al estilo de una rocket session o de una actividad normal en las transferencias, no estaría de más que un moderador de la sala estuviera atento a signos evidentes de una problemática ajena al normal desarrollo de una partida de poker. 

También podría darse el caso de que la supuesta bancarrota no fuera real y que “bajskorven98” haya tenido que aguantar una situación incómoda por la que no debería tener que pasar por el simple hecho de ganar el dinero de forma honesta y según las reglas del juego.

Hilando muy fino, no cuesta nada establecer una conversación en el chat con un guión desarrollado al efecto que, sin ser demasiado intrusivo, pueda ayudar a establecer si hay necesidad de actuar para evitar males mayores, tanto al jugador como a la imagen que se da del juego.

Uno de los filtros más efectivos sería el control de los depósitos mas grandes. Las salas deberían asegurarse de dónde viene ese dinero, lo primero, y el estado mental de la persona que lo realiza.

¿Qué tendría de extraño? ¿No nos dicen por activa y por pasiva que luchar contra el blanqueo de dinero y la adicción al juego el fin último de las regulaciones que han surgido en los últimos años a lo largo de todo el mundo?

En definitiva, un espectáculo tan deprimente como el chat de “megabanny” no debería volver a repetirse.

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