Incompetencia II por spainfull

Anónimo | 07/05/09

Seguramente, un buen porcentaje de las diez personas (tirando por lo alto) que empezaron a leer el primer artículo de esta serie dejaron de hacerlo al final del primer párrafo, en el que comentaba que iba a escribir sobre ser torpe y no darse cuenta de ello. Y eso es normal porque la mayoría de gente piensa que está por encima de la media en casi cualquier cosa que se le pregunte, así que el artículo no va con él y pasa de continuar leyendo. Obviamente, no todos pueden estar por encima de la media, con lo que está claro que hay mucha gente equivocada por el mundo.



Por eso, es lógico que si muchos creen ser superiores a la media en cierta habilidad social o intelectual, es porque son incapaces de estimar su verdadero nivel y el de los demás. Eso mismo pensaron Justin Kruger y David Dunning, dos investigadores del departamento de psicología de la Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York), que realizaron un más que interesante estudio en el año 1999 para intentar demostrar las causas de este comportamiento.



Para ello, se centraron en la falta de capacidad para la estimación de la habilidad por ser esta la que puede dar más respuestas al fenómeno anteriormente descrito. Esto es así porque ante una elección, cualquier persona se inclina por la opción que cree más razonable y óptima, con lo que pensará un buen número de veces que ha elegido correctamente. Las cuatro predicciones que hicieron antes de comenzar el estudio (las cuales se confirmaron posteriormente) fueron las siguientes:

  1. Las personas incompetentes estimarán muy por encima sus habilidades.
  2. Las personas incompetentes no son capaces de reconocer la competencia.
  3. Las personas incompetentes son menos capacer de estimar su verdadero nivel mediante la comparación con el resto de personas que los individuos más competentes.
  4. Las personas incompetentes pueden empezar a dejar de serlo si se les dan las habilidades necesarias para darse cuenta de su pobre rendimiento.

Se llevaron a cabo pruebas en áreas sobre las que interviene activamente la inteligencia, el conocimiento o la sabiduría. En concreto, los test fueron sobre humor, razonamiento lógico y gramática, pidiéndose en cada uno de ellos a los participantes que estimaran su rendimiento. Incluso, en uno de los test, se mostraron las respuestas del resto de personas para comprobar si eran capaces de calibrar sus resultados en función de las mismas, demostrándose el punto número 3 de las hipótesis iniciales, es decir, que aquellos que eran más incompetentes no corregían sus malas puntuaciones en función al resto a pesar de ver sus respuestas. Si tenéis interés adicional, podéis ver en el estudio los detalles sobre cada una de las pruebas y las conclusiones a las que llegaron estos investigadores.





Como resumen, podemos afirmar que las habilidades necesarias para desempeñar bien una función en un determinado ámbito son las mismas necesarias para evaluar la capacidad en ese ámbito. Por tanto, aquellos que son incompetentes, es muy probable que además de serlo, tengan muy complicado mejorar, porque no se dan cuenta de en lo que fallan. Hay una frase del filósofo Bertrand Russell que puede ilustrar perfectamente todo este estudio: “El problema del mundo es que los idiotas están muy seguros y los inteligentes llenos de dudas”.



Otro aspecto que mostró el estudio es que, al contrario de lo que pudiera parecer, mucha gente no es capaz de aprender a través del proceso natural de la vida, es decir, no son capaces de mejorar o darse cuenta de sus errores a pesar de las advertencias que puedan escuchar o de los malos resultados obtenidos por ellos o por otros. En cierto modo, es fruto de que normalmente es raro recibir opiniones negativas de la habilidad y capacidad propias. Este efecto conduce a elevar artificialmente la percepción de uno mismo, ayudado en ciertos casos por el ego. Es simple, a todos nos gustan las alabanzas y no actuamos demasiado bien ante las críticas, así que si se quieren evitar conflictos y facilitar la vida en sociedad, lo habitual es despotricar a las espaldas de alguien; porque, para qué vamos a engañarnos, no hay nada más relajante que poner a parir a alguien. Si hubiera un campeonato mundial, España estaría también entre las potencias mundiales.



Se puede afirmar, por tanto, que es muy probable que muchos de los comportamientos de los que hablaba en el primer artículo (incapacidad de reconocer los errores por ejemplo en las manos subidas) se puedan deber a lo evidenciado en este estudio. Y es que esto le pasa a muchos jugadores, como se creen buenos y los demás malos, piensan que no necesitan mejorar, que su nivel es superior al que en realidad es y, como en esto del póquer, por fortuna o por desgracia, las ganancias ponen a cada uno en su sitio (a largo plazo, aunque cuanto mejor es uno, más probabilidades de ganar y menor el largo plazo), si pierden (porque todos estos pierden), es debido a que la sala está trucada. Cuando si tuviera que beneficiar a alguien, sería a ellos para que no perdieran el dinero tan rápido.



Como dice el saber popular y se demostró en el estudio: “El primer paso es reconocerlo”. Solo así el incompetente es capaz de detectar su incompetencia y empezar a mejorar. Lo único malo es que no dicen cuántos pasos más quedan ni de qué distancia. Y es que no se deben enojar por nuestra torpeza, no lo hacemos a propósito, es que ni nos damos cuenta ni somos capaces de hacerlo por nosotros mismos.

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