Cuando éramos reyes

Entre las carreteras de mi mente, recuerdo aquellos viajes donde todo tenía sentido. Recuerdo cada día como una incógnita por descubrir, cada problema un reto, cada fin de trayecto un nuevo camino. Recuerdo aquellos momentos en fotos inexistentes con anotaciones en el reverso que me traen de vuelta al futuro con el alma en vilo, esperando que algo me haga viajar al pasado ¿Qué fueron de aquellos días? ¿Qué fue de aquellas ganas de no querer cambiar nada... para qué? Era perfecto.

Con excesos y sin vergüenza. Cortos de equipaje y siempre de dinero. ¿Qué fueron de aquellas cartas que volaban entre el humo? ¿Qué fue del humo? Entonces la vida no iba con nosotros, ni nosotros con ella.



Y así fueron pasando los días, como suelen pasar, uno tras otro. Y así fueron pasando los meses... y así fueron pasando los años, sin avisar. Y llegaron los recuerdos, llegaron los olvidos, pasaron los tiempos perdidos y las ganas de ganar. Y hoy desde la sabiduría que me da el fracaso, me pregunto como se conjuga el verbo fracasar.

Cuando las cosas tenían sentido. Cuando escuchábamos lo que decíamos. Cuando cada día era un nuevo día repleto de misterios indescifrables a menos que los vivieras. No existían fórmulas. No había reglas. Por no haber, no había tiempo, ni espacio... Y yo me pregunto ¿Qué fueron de aquellos tiempos...? ¡Joder! ¿Cuál es mi tiempo? Aquellos tiempos siempre perdurarán entre las carreteras de mi mente.

Cuando éramos reyes...