Instinto

Anónimo | 18/04/06

(...) Se ha desdeñado de manera escalofriante las consecuencias
de no poder ejercer el instinto primario de competición, que se remonta a los
tiempos primordiales de la especie. Entre estas consecuencias figura, por supuesto,
la derivación casi exclusiva del espíritu de competitividad hacia otros teatros
ajenos, como los deportes colectivos.

El viaje a la felicidad

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