Qué se necesita para ser un buen profesor de póquer por spainfull

Anónimo | 19/02/09

Ahora que se ha puesto de moda la enseñanza del póquer, voy a emplear el artículo de hoy en una serie de reflexiones que espero que sean útiles para mejorar la docencia de este juego. No voy a hablar ni de las condiciones económicas ni del nivel requerido tanto por el profesor como por el alumno. Estas variables dependen tanto de las circunstancias particulares de cada caso que daría para muchas líneas, demasiadas. Me voy a limitar a explicar las características que un buen profesor y un buen alumno deberían tener y a indicar una serie de directrices para mejorar la compresión y asimilación de conceptos.



Antes de nada, quiero hacer un pequeño inciso para mostrar mi disconformidad hacia el término coach. En español tenemos palabras que podemos usar tales como profesor, maestro o incluso entrenador (dependiendo si se considera el póquer como un deporte ;-)). Imagino que al final se impondrá la palabra inglesa coach (del francés coche, del Alemán Kotsche, del húngaro Kocsi, derivado de Kocs, una ciudad del noroeste de Hungría donde el tipo de carruajes que dan origen a esta palabra se fabricaron por primera vez). Al menos, espero que para alumno, pupilo o discípulo no se emplee coaché o similar como he leído por ahí en varios sitios, porque me parece un despropósito, aunque sí me sirve como denominación curiosa o graciosa puntual.



Cualidades que todo profesor debería tener:

  • Paciencia: no solo es fundamental para un jugador de póquer, lo es también para cualquier persona que intente enseñar, puesto que no todo el mundo tiene facilidad para asimilar los conceptos.
  • Sentido del humor: es mucho más fácil que el mensaje llegue y cale si se hace de manera amena y divertida. Ayuda también a mejorar la distensión, empatía y confianza, que tienen un papel muy importante como veremos en el siguiente artículo.
  • Entusiasmo: es complicado que los alumnos se lo tomen en serio, que presten atención o que se esfuercen al máximo si ven que se dan las clases y consejos de manera automática y monótona.
  • Un método en el que se crea: si el profesor no está convencido de lo que hace, el alumno lo detectará enseguida.
  • Habilidad para motivar: estrechamente relacionado con los dos puntos anteriores. El alumno mejorará exponencialmente si se siente suficientemente apoyado y recompensado ante la mejora (o simplemente ante el esfuerzo).
  • Habilidad para enseñar en varios niveles: ni todos los alumnos requieren el mismo método ni todos los límites la misma metodología. Es preciso conocer de primera mano, aunque sea mínimamente el terreno que se va a pisar.
  • Habilidad para explicar el mismo concepto de varias formas distintas: es posible que por mucho que se repita, el alumno no consiga entender un tema si no se aplica un enfoque diferente. Es posible también que el profesor sepa mucha teoría pero no sea capaz de transmitir los conocimientos adquiridos. Una buena guía y resúmenes de los conceptos a explicar son una gran ayuda en estos casos.
  • Habilidad para captar el método que más se ajuste al alumno: algunos necesitan más parte teórica, otros más práctica, otros mucho texto, otros solo resúmenes, otros vídeos, otros muchas correcciones a sus manos, otros mucha repetición, otros solo indicarle el camino para que experimente, otros darle todo bien mascado, etc.
  • Habilidad para estructurar correctamente el curso: dependiendo del nivel del alumno y de sus conocimientos previos, el profesor debería tener un temario detallado sobre los conceptos a tratar. Para ello, se ayudará de libros y artículos que completen los textos propios.
  • Saber elegir inteligentemente los ejemplos en relación a los conceptos: el póquer está lleno de teoría, pero es jugando y viendo manos como realmente se aprende a aplicarla. Disponer de varias manos en las que se empleen los puntos del temario, ayudará enormemente a su comprensión.
  • Saber marcar claramente los objetivos: no tienen por qué ser económicos. Pero es esencial detallar los objetivos que el alumno deberá haber cumplido a la finalización del curso. Podrían ser tanto conocimientos adquiridos (demostrados, por ejemplo, a través de unos exámenes con manos de ejemplo y preguntas sobre ellas), como número de manos jugadas en determinado nivel o cualquier otro que parezca a ambas partes razonable y realizable.
  • Muchas manos jugadas: es muy complicado poder enseñar la parte práctica y psicológica del juego sin haber pasado por ello antes. La experiencia y conocimientos son los que dan las tablas necesarias al profesor para poder aconsejar de manera adecuada a su pupilo.



Éstas son algunas de las cualidades que todo profesor de póquer debería poseer o trabajar para hacer una buena labor. Antes finalizar con esta parte, querría destacar un par de detalles esenciales que se deben de tener en cuenta. En primer lugar, el profesor tiene que saber en todo momento si el pupilo le está entendiendo y si está aplicando correctamente los conceptos instruidos. Esto requerirá de un esfuerzo extra por parte del profesor que revertirá muy positivamente en la enseñanza.



En segundo lugar, si el profesor pasa a hacer correcciones y modificaciones en el juego del alumno, tiene que ser consciente de que se sentirá raro si se le cambia el patrón de juego. Es normal, hay que hacer hincapié en que unos malos resultados a corto plazo no significan nada. El alumno debe confiar en el profesor, si no, volverá a su juego original antes de darse cuenta. No hay que olvidar que, muchas veces, al principio se empeora para después mejorar. Los cambios no se notan en una manos, toman su tiempo, probablemente varias sesiones hasta que se ajustan y se interiorizan. Por eso, no se puede enseñar todo de golpe, sino poco a poco, dependiendo, claro está, del nivel del alumno y su rapidez de aprendizaje.



La próxima semana pasaré a explicar el tema desde el punto de vista del alumno. Espero que este artículo haya servido para mejorar las clases y ofrecer un mejor servicio a todos aquellos que estén enseñando a jugar al póquer o tengan pensado hacerlo.

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