Póquer femenino por spainfull

Anónimo | 02/10/08

Esta semana toca un tema un tanto delicado. Tenía ganas desde hace tiempo de abordar la cuestión del escaso número de jugadoras de póquer que se puede encontrar, tanto en vivo como online. Voy a tratar de ser lo más imparcial posible y que al final del artículo, las féminas que lo lean al menos estén de acuerdo en lo esencial. Aviso a los lectores de sexo masculino para que no sigan hasta el final: no hay tetas ni culos ni enlaces a páginas con señoritas tapadas únicamente con un par de naipes.

Para hacer este artículo he estado investigando y recopilando información variada. Principalmente, he leído varios estudios de un ámbito que podría tener cierta relación con el mundo del póquer. Se trata de textos sobre la mujer en las carreras científicas. A grandes rasgos, son entornos en los que la mayoría son varones, especialmente en los niveles más altos y en los puestos de mayor responsabilidad y reconocimiento. Si bien es cierto que la diferencia es abismal, porque tener un parón en estos campos no es lo mismo que en el póquer, ya que no es necesario estar tan al día y permanentemente en la brecha para poder reincorporarse en cualquier momento.

Aunque las diferencias son enormes, se puede realizar un paralelismo adecuado, especialmente con el póquer en vivo. Además, muchos de estos estudios analizan en detalle los obstáculos y dificultades a las que se enfrentan las mujeres que, en muchos casos, se pueden aplicar a nuestro juego. Una de las diferencias que hacen más preocupante el problema del bajo número de jugadoras, es que en la universidad el número de estudiantes de sexo femenino son incluso mayor en número al de sexo masculino. Y a pesar de esto, las cátedras y cargos de responsabilidad las ocupan en un porcentaje altísimo hombres. Peor es en el caso del póquer ya que normalmente no existe ese caldo de cultivo del que puedan salir jugadoras (aunque es cierto que es más sencillo y no tiene nada que ver empezar a jugar que hacer toda una carrera).

Según uno de estos estudios, los requisitos para tener una carrera científica exitosa son capacidad, dedicación y movilidad. Estos puntos son aplicables también a un jugador de póquer en vivo, especialmente de torneos. Uno de los principales problemas con los que se encuentra la mujer es la conciliación de la vida laboral y la personal. Tener un hijo les supone a muchas el fin de sus carreras o, al menos, no poder ascender hasta dónde su habilidad le hubiera llevado (ni dedicación ni movilidad).

Los factores que afectan al número limitado de jugadoras son de diversa índole. Antes de entrar en detalle, me gustaría que quedase claro que no hay ningún motivo por el cual una mujer no pueda ser mejor que un hombre jugando a póquer. De hecho, muchas de las cualidades en las que nos aventajan tienen gran influencia en el juego, especialmente en vivo. Así que, hecha esta salvedad, paso a narrar algunos de los posibles obstáculos a los que se pueden deber que las mesas de póquer sean prácticamente un campo de nabos.

En primer lugar, están los de tipo genético. Muchos estudios confirman que la capacidad espacial y matemática de los chicos es mayor que el de las chicas. También una mayor curiosidad por el funcionamiento de las cosas y los juegos de estrategia. Las chicas destacan sobre todo en capacidades relacionadas con el lenguaje y la comunicación. Si bien es cierto que factores ambientales (como veremos luego) pueden influir en el gusto de las personas, se ha demostrado que las chicas que estuvieron expuestas en su embarazo a una cantidad mayor de testosterona (u hormonas similares) tenían una mayor predisposición a jugar con juguetes tradicionalmente de niños e incluso una mayor visión espacial.

En segundo lugar, están los de tipo social. Como indica la palabra tradicionalmente, se suele (o solía) inculcar a las niñas que deben jugar con muñecas, que los balones son cosas de niños. Afortunadamente las cosas están cambiando, pero normalmente sigue estando mal visto que una niña juegue a las cartas, eso es “una cosa de hombres”. En pocos bares de este país las mujeres se juegan los cafeses a una partidita, seguimos siendo una sociedad machista en muchos aspectos. Por eso, es muy importante el entorno. Seguro que un buen número de jugadoras provienen de una familia en la que se juega o tienen relación con algún jugador. Poder discutir e interesarse por algo es fundamental para aprender, e incluso para introducirse en el mundillo.

Otro punto importante a tener en cuenta, es que es una de las pocas actividades “deportivas” en las que mujeres se pueden enfrentar a hombres directamente. Sucede algo parecido en el ajedrez, donde el número de hombres es también muy superior al de mujeres, y seguramente por muchas de las causas que se tratan en este artículo. Una de ellas es la mayor competitividad del sexo masculino, necesaria en la lucha sin cuartel que es este juego; ellas son mucho más cooperativas, nosotros más independientes y agresivos. Ésta es una diferencia importante: la agresividad. En los hombres suele ser innata y, como sabemos, una cualidad muy necesaria para ser ganador. Aunque las mujeres pueden aprender con rapidez a serlo si descubren que es la mejor estrategia (por no hablar de las hostias que me suelta la novia sin ningún tipo de contemplación). Otro factor determinante, también nombrado en los estudios de las carreras científicas, es la aversión al riesgo que suelen tener las féminas; son más conservadoras, más reflexivas y prefieren lo seguro antes que tomar una decisión que implique un riesgo evidente.

Por último, dejo para el final uno de los problemas que creo que es de los más importantes para que no jueguen más mujeres: la percepción de un ambiente completamente hostil. Seguro que de una forma involuntaria, porque estoy convencido de que si hiciéramos una encuesta, la práctica totalidad de jugadores masculinos agradecerían enormemente que hubieras más jugadoras en sus mesas. Pero aún así, esta impresión existe y es en la que debemos trabajar para que no asuste a mujeres que sienten curiosidad y atracción por el juego.

Para ello, se deberían evitar actitudes típicamente masculinas como juzgar a una mujer en primer lugar por su aspecto. Cosa que pasa frecuentemente en este mundillo. Tampoco ayuda demasiado el creciente número de recauchutadas que ponen las salas como reclamo para machos. Lo cierto es que esto resulta muy complicado porque viene en la naturaleza de muchos de nosotros. Cuando mi novia me comenta algo, por ejemplo, sobre una chica que ha conocido, lo primero que le pregunto, sin importar prácticamente lo que me haya contado, es: ¿está buena? Y si la respuesta es afirmativa, lo segundo: ¿crees que querría hacer un trío? Éste es el panorama…

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