Código Secreto: Alphafoil por The Big Trujillano

Anónimo | 06/02/09

"La verdadera ética consiste en la fidelidad a lo que se hace” Vittorio Gregotti

“Cuanto más tendemos a una vida moral elevada, más debemos recordar que el espíritu tiene sus raíces en las vísceras”. Gustave Payot.

En un periodo de tiempo relativamente corto han confluido en una sola persona, a la sazón jugador profesional de póquer, una serie de episodios dignos de mención, no sólo por el hecho en si, sino sobre todo por las implicaciones colaterales (que dirían los modernos) que conllevan, quizá más jugosas que los propios episodios.

Antes de nada, permitidme una aclaración: este artículo quizá pudiera parecer una loa hacia este jugador (por si no se adivinase por el título, me estoy refiriendo a Vedast Sanxis) y a quien así pensase sólo confirmarle que en efecto de eso se trata. Pero por el camino, para el que no sea demasiado aficionado al “pastel”, haré alguna parada de interés sobre ciertos aspectos a mi modo de ver relevantes.

Cuando el 2008 daba sus últimos coletazos, Vedast logró lo que, con mayor o menor debate, todos coincidiremos que fue una gesta de marca mayor, como lo demuestra los escasos nombres que le han acompañado en el logro: la consecución de ese título honorífico con múltiples condecoraciones que PokerStars concede a los jugadores que logran, gracias a una bestialidad de manos generalmente, una serie de puntos por frecuencia de juego, el llamado “Supernova Elite” (SNE a partir de ahora).

He de reconocer, en primer lugar, que a quien aquí escribe las connotaciones económicas de tal galardón o más concretamente el beneficio que supongo pingüe que Vedast ha obtenido en esa larga travesía, no me provocan sentimientos de especial admiración.

Entiéndaseme bien. Todos los que aquí dentro estamos bregando, con mayor o menor frecuencia y mayor o menor éxito, lo hacemos por un afán sobre todo lucrativo (muchos dirán que exclusivamente lucrativo) y quizá sin quererlo, tendemos a envidiar y a poner en pedestales quizá endebles a aquellos cuyas ganancias se nos antojan inalcanzables.

Pero ese sentimiento se parece mucho a esa visceral admiración que el común de los mortales sentimos, por poner ejemplos peregrinos, por un Bill Gates o un Emilio Botín (siendo más locales) simplemente por la insultante cantidad de dinero que han sido capaces de amasar.

Y así como quizá debiéramos ahondar un poco más (que no niego que no lo hagamos) en las especiales capacidades que han hecho que los antes nombrados lleguen a ser multimillonarios (y mantenerse y serlo cada vez más) considero que es mucho más interesante el perfil que Vedast representa que la pura consecución del SNE, que no deja de ser un colofón que, en mi caso concreto, me ha servido para cerrar el cuaderno de anotaciones. Y han sido muchas.

Reconozco y me atrevo a decir que con conocimiento de causa, que hace tiempo que perdí la fe por ese espectro de población llamado adolescencia (pongamos entre los 14 y los 20 años) porque me han demostrado con insistencia y en un alto porcentaje, que son consumistas, anárquicos, irreflexivos y muy poco dispuestos a planificar sus futuros y a apostar por una formación sólida (multidisciplinar que también se diría ahora).

Con esos mimbres resulta que se les pone al alcance de la mano la seductora oportunidad de ganar dinero con relativa facilidad (o al menos eso creen ellos) practicando un juego de cartas a través de Internet. Una bomba de relojería vamos.

En mis inicios me traía (aún me trae) por la calle de la amargura imaginar esta golosina envenenada en manos tan inexpertas y los daños que podía llegar a provocar.

Hasta que un buen día, tengo la fortuna de encontrar a Vedast. Y comprendí que no todo estaba perdido. Y me tranquilizó pensar que serviría de referente para todos esos incautos chavales. Pero nunca porque estuviera ganando dinero en los albores de la mayoría de edad, lo aseguro.

Si alguno de estos jóvenes, espero que todavía no disuadido por la profusión de mis palabras, ha decidido echar un ojo a esta reflexión, le pido que tome papel y Boli (soy un antiguo, lo reconozco) y anote, en somero guión, lo que yo estimo que debe ser su plan de actuación dentro de este “perro” ecosistema. Porque todo lo que paso a enumerar a continuación, todo, lo personifica Vedast Sanxis. Y es como vosotros, no lo olvidéis.

  1. Nunca pierdas la perspectiva ni te dejes engatusar por el crecimiento de tus ganancias. Sigue trabajando duro y teniendo muy claro que esa pistola que manejas es eso, una pistola.
  2. “Be patient”, los éxitos nunca llegaron llovidos del cielo y lo más normal es que con el póquer no ganes dinero o lo ganes a ritmo muy desalentador. A tu edad eres una esponja, aprovéchalo. Estudia, observa, reflexiona y si las cosas no marchan bien no te importe abandonar esta aventura. Quizá tus capacidades resalten en otras cosas. Sin el póquer se puede vivir perfectamente.
  3. Madura todas las decisiones que tomes dentro de las mesa y en tu planteamiento general de juego (¿porque lo tienes verdad?). Márcate objetivos alcanzables, a corto plazo, que te vayan motivando. NO te saltes etapas, pasa por todas sin reparo. Y ten muy presente que cuanto más arriba estés, de mayor calado serán las decisiones a tomar.
  4. No te importe perder parte de tu tiempo, que te recuerdo que tienes mucho, en valorar qué camino escoger entre varios a elegir, en efectuar cálculos de rentabilidad del camino escogido y variarlo si fuese pertinente, en investigar en dónde te sientes más cómodo.
  5. En tu constante formación, que nunca debes descuidar y mucho menos denostar, te verás inmerso dentro de una gran comunidad, fuente de información útil. Procésala y utilízala para tus propósitos. Y si tu crecimiento es más grande que el de la media, no eches en saco roto el “feedback”. Si además decides compartir y aportar tus conocimientos, miel sobre hojuelas, eso también ayuda a la autogestión.
  6. No distraigas en exceso tu atención en cuestiones accesorias, aledañas al juego y su perfeccionamiento. Nunca escuches o hazlo con reservas al que te idolatra porque ganas dinero e ignora cómo has llegado a ello. Si me apuras, intenta no ser “mediático”, sé más bien reservado, centra tus sentidos en pulir defectos y acentuar virtudes. Retírate del mundanal ruido si lo anterior te hace perder la perspectiva.

¿Qué ocurre cuando se cumple con todas estas premisas? Pues que sumándole además un poco de talento, de perseverancia, de capacidad de frustración y de adaptación y respetando sacramente tu “bankroll”, puedes llegar a ser como Vedast.

Para que quede completado este confeso homenaje a Vedast, pero al tiempo alcancemos a ver también la verdadera dimensión de este juego nuestro, hace muy pocos días fuimos partícipes de una situación que demuestra cuan complejo resulta manejar los hilos cruzados del póquer.

El mismo SNE, el más joven del mundo en conseguirlo, un claro modelo de constancia y autocontrol, sufre una especie de bajón anímico que le lleva momentáneamente a plantearse abandonar el póquer e incluso a poner en duda la idoneidad de dedicar un minuto más a esta actividad que además resulta ser su profesión por considerar, sobre todo, que no aporta nada ni a su vida ni a la del prójimo.

Tengo una opinión muy personal a este respecto, que planteo de soslayo: por lo que atisbo en el relato de interioridades que nos quiso exponer Vedast, este momento parece un efecto derivado del lógico agotamiento tras haber ido en pos de un objetivo colosal que, una vez logrado, nos deja con una sensación de vacío y duda (hasta existencial).

Además y que me sepa disculpar el protagonista, creo que también se trató de la primera demostración (por fin) de que este chico sólo tiene 20 años de edad, escaso colchón todavía como para amortiguar experiencias y emociones como las que ha estado viviendo.

Independientemente de esto, lo que le ha sucedido a Vedast me servirá, y voy concluyendo, para ratificar la complejidad de este poliedro llamado póquer, su nivel de exigencia y lo peligroso que resulta tomárselo a la ligera.

Jugar en determinados niveles conlleva el fin de la utópica diversión que se le presupone al póquer ocasional o por ocio, una presión diaria basada en el mantenimiento de múltiples ratios y en la constante toma de decisiones (ineludibles). Produce un agotamiento físico y sobre todo psíquico de tal magnitud que, como ha evidenciado Vedast, necesita de una fuerza mental y una estabilidad que puede resquebrajarse incluso siendo ganador.

Filosofías aparte sobre el sentido o sinsentido de dedicarse a jornada completa al póquer, sobre lo que considero que nunca puede ser censurable, ni siquiera moralmente, ya que no deja de ser un medio de ganarse la vida superando o buscando rédito en igualdad de condiciones sobre otros jugadores (o trabajadores), lo que sí espero, paciente lector, es que antes de sentarte a dar comienzo a tu sesión de cada día, dediques unos minutos a descifrar el código secreto de este juego.

La clave “Alphafoil” parece de las más correctas. Arriesgarse a introducir otras claves sin ton ni son pudiera ser el camino a la perdición.

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