Confesiones de un microlimitero. Impresiones subjetivas de dos años de póquer por TheBigTrujillano

Anónimo | 30/07/08

“Truman era habitualmente vencido en las mesas, pero aún así, él quería conocer, a toda costa, cuáles eran las cartas ocultas de cada jugador; él era consciente de que todo el mundo disfrutaba mucho jugando contra él y ganándole por sistema y se acostumbró a ello…porque si tenía oportunidad, vistas las cartas del oponente, de corregirle, disfrutaba de ello tanto o más.” Bruce Lambert sobre Harry S.Truman, compañeros de partida semanal.

“ …Pero ahora que la gente ha leído mi libro, identifican lo que voy a hacer en la mesa, piensan que estoy bluffeando y me siguen hasta el final. Y esto ha perjudicado a mi estilo, sin duda. Antes, podía destrozar una partida sin tener apenas cartas, porque no se atrevían a seguirme. Ahora mismo, sí necesito coger cartas…” Doyle Brunson, después de su “Super/System”

“ Lo peor de la condición de “fish” es negarlo con palabras altisonantes y luego acreditarlo en las mesas con hechos elocuentes” Truji.

Si algo puede definir mi periplo en este terreno minado llamado póquer es un cierto espíritu quijotesco, porque no me negaréis que el devenir de muchos de nosotros en las mesas acaba siendo un camino repleto de locuras y pendencias, en el que alimentamos unos ideales imperturbables, donde nos enfrentamos a muchos que parecen gigantes pero casi seguro que son sólo molinos, donde buscamos llegar a ser dominadores de nuestra particular “Ínsula Barataria” y no nos queda más remedio, las más de las veces, que sanar con Bálsamo de Fierabrás las heridas provocadas por esos aviesos y lastimosos “badbeats”.

Sirva este artículo para recoger, en unos cientos de palabras, las tribulaciones de un jugador modesto, microlimitero a carta cabal, por desgracia inconstante pero que puede preciarse de cumplir su segundo aniversario en estas lides con la misma ilusión que el primer día y puede que hasta con un cierto bagaje acumulado, siendo éste aún un zurrón a medio llenar.

No soy buen jugador, ni siquiera sé si llegare a serlo, admiro la capacidad de los grandes y el entusiasmo y ganas de aprender de los pequeños, he conocido la parte amable y también la perversa de este juego y de sus jugadores y, con todo, he fraguado una idea muy clara: quiero seguir jugando, disfrutando y sufriendo cuando así se tercie y hasta ganando cuando lo merezca.

Pero cuando llegue un día, espero que lejano, en que sentarme delante de un ordenador y abrir media docena de mesas no me produzca sensaciones placenteras, cuando sienta, no importa en qué nivel, que lo que era un divertimento con atractivos alicientes económicos pasa a ser una carga insatisfactoria a nivel personal, cerraré esas mesas, extraeré el dinero que mi pericia o la impericia ajena me haya hecho acumular, me despediré con agradecimiento de la comunidad que me consolidó como jugador y guardaré toda esta etapa en el baúl de las gratas experiencias vividas. Y sin perder la sonrisa, lo garantizo.

¿Y qué ha pasado durante estos dos años? Lo resumiré en una serie de episodios representativos, en forma de píldoras de fácil ingestión. Anticipo que son pastillas inocuas y sin efectos secundarios (conocidos) por si alguien decide consumirlas. El que considere que serán poco útiles para aliviar sus males, puede hacer como los pícaros ancianos: esconder la gragea bajo su lengua…

¡Comienza el espectáculo!

No sabría concretar que fue lo que motivó mi entrada en el universo póquer. Siempre me gustó jugar a las cartas, bien a esa versión abreviada y gesticulante llamada mus o bien a esa otra con descartes que era el único póquer conocido en el acervo de nuestra generación.

A ello se juntó una curiosidad innata por no importa qué cuestión que me alimente intelectualmente, lo cual me llevó, en uno de esos paseos indiscriminados que todos nos damos por la red, a conocer las vivencias, contadas en primera persona, de un jugador profesional de póquer “on line”, Alex Caputo, que reconozco me engatusó y propició mi búsqueda y consiguiente investigación de los softwares que parecía ofrecían un nuevo y palpitante mundo de posibilidades.

Ahí ya llegó la descarga de las salas que parecían más prestigiosas, al tiempo que me iba animando a jugar torneos gratuitos y a participar en el foro del propio Alex, con una inocencia mezclada con entusiasmo, preguntando y participando en él desde mi faceta de jugador “de plástico” (en esas épocas en que se respondía a ese tipo de jugadores, cosa que hoy se antoja casi inviable).

Hasta que llegó lo irremediable…

La pérdida de mi virginidad.

Lo deseaba íntimamente, pero nunca veía el momento propicio para esa “primera vez”. Me sentía cómodo con esa sensación irreal de jugador que me daba el juego gratuito pero, al tiempo, necesitaba conocer hasta dónde podía llegar participando en las mesas de dinero real, llevando a la práctica lo que había aprendido.

Hasta que un día, un anónimo mecenas (al que rendiré tributo eterno) decidió que debía dejar de ser timorato, realizó un pequeño ingreso en mi cuenta de dinero real…y me gustó, ¡oh sí nena!, vaya si me gustó, por fin sentía lo que era jugar, lo que era verdadera competitividad, lo que fue ganar y engordar ese dinero regalado.

Surgía una nueva responsabilidad y llegaba el momento de ponerse las pilas, elegir la modalidad que más se adaptase a mi, estudiar un poco, respetar las reglas de administración y gestión de mi dinero, seguir la línea marcada por jugadores ganadores… ¡uf, uf, todo esto no puedo hacerlo yo solo!

El día que Opositor nació, nacieron todas las flores…

Por suerte, enseguida escuché los acordes del “You’ll never walk alone” y aseguro que lo agradecí.

En ese comienzo del tortuoso camino me topé con varios jugadores con los que compartí experiencias, nuestros primeros pasos, alegres sesiones “freerolleras” o de bajo “buy in”…Y uno de ellos, como a bien seguro os habrá pasado a muchos de vosotros, se ha ido convirtiendo en compañero de fatigas, de largas charlas de madrugada con un buen sit de por medio y, sobre todo, en un verdadero maestro, con consejos siempre acertados, líneas de actuación muy aprovechables (y no bien seguidas por mí, entono el “mea culpa”) y con una paciencia digna de encomio, siempre al quite para intentar reconducir mi juego.

Y todo ello considerando que su subida de niveles ha sido bastante más rápida que la mía, con lo que encima soy una rémora para su segura progresión.

Un verdadero placer para mí conocer a este gallego residente en Madrid. Y un consejo: aunque de póquer hablemos, nunca desechemos una mano amiga.

Pito, pito, gorgorito, ¿dónde juego más bonito?

Tocaba elegir, por supuesto, en qué modalidad del No Limit Hold’em (nunca me sentí atraído por el resto de variantes) debía aposentarme e intentar prosperar.

Lo que sí he tenido claro siempre es que menudear de una a otra modalidad es contraproducente, especializarse es la clave del éxito.

Me considero jugador de “sits and goes” que le gusta coquetear en los ámbitos de su hermano mayor, los torneos. No me arredra la larga duración de los mismos, ahí puedo aprovechar mi paciencia y los efectos de un tilt serán mucho menores. Y además, coincide con una no especial motivación por ser ganador mensual, de ahí mi animadversión hacia el cash, que me somete a un ritmo de toma de decisiones y a tantos perfiles “villanos” que superar y tener controlados que chocan con mi visión del juego.

Foreando voy, foreando vengo…

Ya comenté largo y tendido la especial incidencia que ha tenido en mi vida de aficionado al póquer mi presencia en los foros especializados. De hecho, quizá podría decir que me motiva un poco más ser parte activa de ellos incluso que lanzarme a sesiones maratonianas de juego.

Soy muy consciente de mis limitaciones y es en estos foros donde me voy puliendo para saltar al campo de juego con mayor seguridad.

Me seduce más esta vertiente social paralela y será algo inconsciente pero estoy seguro que mi juego en 2008 no tiene nada que ver con el de 2006 y ello se debe, en gran parte, al amplísimo arsenal que allí recojo.

I have a dream: ¡quiero jugar un Sunday Million!

Finalmente, dejo testimonio de mi gran sueño, de esa ilusión que espero poder alcanzar algún día, si mi juego así lo permite…no anhelo realmente jugar las Series Mundiales, ni tan siquiera me siento atraído por probar suerte en un evento en vivo…Lo que sí quiero es jugar al menos una edición del Sunday Million, quiero participar en un torneo de gran stack de inicio, quiero compartir mesa con los grandes jugadores, ganar algún que otro bote, “bluffear” y que me salga bien…Dejar de ser pequeño por un rato, en definitiva.

Y no me cortaré la coleta hasta conseguirlo.

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