Aún sin tener nada claro que este sea el sitio adecuado para mostrar este escrito, voy a hacerlo, más que nada como prueba, para ver cómo reaccionáis.
El enlace original es: Me llamo Vedast: ¿Por qué me dedico al póquer?
Y este es el texto en cuestión:
"Hasta hace poco no dudaba en contestar rotundamente a esta pregunta con: "porque es, con mucha diferencia, con lo que más dinero gano por hora". ¿Qué viene a significar ganar mucho dinero? Para alguien que sea digamos "previsor", poder en tan sólo unos años haber acumulado lo suficiente para poder vivir sin trabajar nunca más. Jubilarse con menos de 30 años suena maravilloso. Para alguien con menos miras al futuro, el tener grandes ingresos puede llevar a tener un nivel de vida más alto del normal.
En un mundo capitalista como este, no tenemos más remedio que conseguir dinero para vivir. Cuanto más tengamos, mejor viviremos y menos tendremos que trabajar. Podemos entonces ver como el dinero nos hace más felices. Esto lo he tenido siempre clarísimo. Desde pequeño le he dado muchísima importancia a crear dinero, para con ese ganar más y más, hasta poder vivir de rentas. Con 11 años ya invertia en bolsa, por deciros un ejemplo. Mi objetivo siempre ha estado claro, hacer lo que más rentable me resultara en todo momento, para ganar lo máximo posible.
El problema llega cuando aparecen las dudas. ¿Debo dedicar todos mis esfuerzos a ganar dinero? ¿Hasta dónde soy capaz de llegar por ganar dinero? Encontrar los límites es extremadamente complicado, y pensar en estas cosas me trae grandes quebraderos de cabeza.
Diría que el primer punto de inflexión vino a principios del año pasado. Mis días se pasaban entre poco más que lo físicamente necesario y el póquer. Era muy infeliz. Pasé mucho tiempo queriendo suicidarme. Mi vida era un sinsentido absoluto. Mi objetivo de conseguir mucho dinero iba en muy buen camino gracias a mi trabajo. Pero eso no era suficiente para mí. Sentía que necesitaba algo más, y que eso lo iba a encontrar en una chica, tema por el que aún no me había preocupado demasiado hasta el momento.
Dos personas me ayudaron mucho en esos días, y siempre les estaré agradecido por las horas y horas que estuvieron hablando conmigo. Vuchuu y Vegeta, dentro del mundillo del póquer, Víctor Martínez y Mikel Allende, en la vida real.
Tuve que restar horas diarias al póquer, pero finalmente conseguí solucionar este problema. Aunque me encontré con un dilema nuevo. El enamorarme de una chica destruía mi clarísimo plan. ¿Cuál era mi prioridad ahora? No podía seguir pasándome el día como un hikikomori, jugando a póquer. Ella no lo quería, y yo tampoco, porque no hay nada que me guste más que estar con ella. Pero claro, no podía dejarme el póquer y estar todo el tiempo del mundo con ella. Es necesario trabajar para ganar dinero y poder pagar las cosas. ¿Cuánto debía trabajar entonces?
El hecho de ser alguien bastante precavido, al que le gusta tenerlo todo razonablemente controlado, sumado con el que el futuro del póquer sea extremadamente incierto, hace que vea conveniente esforzarse al máximo ahora, exprimir al máximo este juego, mientras sea tan rentable.
¿Crear un buen capital que me dé cierta seguridad y tranquilidad o disfrutar de las cosas que me gusten sin planificar tanto el futuro?
Estas dudas me surgieron cuando mi camino a Supernova Elite ya estaba bastante avanzado, por lo que me parecía descabellado no hacer un esfuerzo y acabar la faena.
A todas las dudas planteadas anteriormente, habría que añadir otras que mi cabeza ha generado en las últimas semanas. Si mi objetivo es ganar dinero, ¿hasta dónde soy capaz de llegar por conseguirlo? Jugar a póquer es a simple vista algo inofensivo, simplemente cada uno compra sus fichas o paga la entrada a su torneo, juega un rato, la sala que lo organiza gana una comisión y los mejores jugadores ganan algo a la larga, (por tomar decisiones mejores que sus oponentes), lo suficiente en algunos casos para poder vivir de ello.
Por lo tanto, no debería sentirme mal por sacar un sueldo a base de jugar con otras personas que lo hacen voluntariamente. Muchos se quedan con el "si no me quedo con su dinero yo, lo hará otro". Con eso se pueden justificar muchísimas cosas, incluso: "si no lo mato yo, morirá solo". Me recuerda al "de algo hay que morir", que dicen muchos fumadores. Si todos pensáramos así, este mundo tendría poco futuro. Y para que mejore la vida de todos, es necesaria la colaboración de todas las personas.
La gente le tiene miedo a los extremos, están mal vistos. Está mal robar o matar, eso nadie lo tolera. Sin embargo, el mundo está lleno de mentirosos que se aprovechan de los demás, y no se hace nada contra ello. Millones de personas viven con lo mínimo después de pagar unos impuestos que algunos políticos se atreven a malgastar en cosas inútiles o en ellos mismos. Mientras tanto, miles se hacen millonarios y estafan a hacienda tanto como pueden, puesto que eso forma parte de sus trampas para ganar lo máximo posible.
Montones de compañías cobran comisiones de las que nunca informan claramente. Sacan beneficios desorbitados a base de pagar poco a sus empleados y cargar lo máximo posible al cliente. Mueven la bolsa de valores como les da la gana para acabar con cada pequeño inversor. Sobornan a políticos para que les faciliten las cosas para poder sacar aún más margen en el ámbito que sea. Animan a sus trabajadores a que se suiciden para cobrar sus seguros de vida. Ayudan a países en la compra de armas para así montar guerras en las que matar a millones de personas a cambio de aún más ingresos.
Mienten, roban y matan. Y lo sabemos. Este mundo no puede seguir así. Mientras haya gente dispuesta a hacer lo que sea sólo por mejorar su situación, estaremos en peligro de acabar muertos en cualquier momento. Es, por lo tanto, necesaria la colaboración de todos. Todos debemos tener como objetivo que mejore la vida de todas las personas, porque es lo mejor para todos.
Si todos luchamos juntos por lo mismo, desaparece la violencia y cualquier forma de dañarse, con la inimaginable mejora en la calidad de vida que supone eso en todas las personas, y, aunque resulte secundario, un ahorro desorbitado en cosas que pasarían a ser suprimibles, como la inversión en fabricación e investigación sobre armas.
No puede haber límites. No podemos ser indecisos ni sobornables. Debemos ser firmes. Si uno sabe que no está bien hacer algo, no debe hacerlo bajo ningún concepto. No podemos devolver una cartera encontrada que tenga dentro 50 euros y quedarnos una con 5 000. Ni tampoco podemos ver como una barbaridad quemar por diversión un bosque mientras nos da igual tirar todo tipo de residuos como si fueran materia orgánica. Los puntos intermedios no están permitidos.
Volviendo al póquer, veo claro que no aporto nada dedicándome a esto. Los juegos son algo secundarios, y debería emplear mis esfuerzos en algo mucho más útil. Tanto para mí como para la sociedad, de la cual formo parte. Puedo limitarme al “no intentes cambiar el mundo, tú solo no vas a poder hacer nada, así que ves a la tuya”, “sálvese quien pueda”. Capitalismo puro, vamos. Me encuentro en un punto intermedio, y ese es el problema. Es lo que me hace sentirme incómodo, incoherente.
Si lo que quiero es ganar mucho dinero lo antes posible y ya conformarme con eso y no trabajar más, ¿debería dedicarme al póquer o tendría que ser capaz de hacer directamente lo que sea para conseguirlo? ¿Dónde está el límite? Si estoy tan seguro de que para que mejore este mundo es necesaria la colaboración de todos, ¿por qué pierdo el tiempo jugando a las cartas en lugar de estar haciendo algo de provecho?"