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El cáncer amenaza de nuevo a Doyle Brunson

Antonio Romero | 08/11/12
El cáncer amenaza de nuevo a Doyle Brunson
El legendario jugador estadounidense tendrá que luchar contra la enfermedad por cuarta vez.

La mayor leyenda viva del poker ha aunciado públicamente que se ha tenido que ser tratado de cáncer. El diagnóstico recibido por Doyle Bunson ha sido cáncer de células escamosas, un típo de tumor epitelial.

Sin embargo, el propio Brunson le quitaba hierro al asunto.

Era maligno. He oido esas palabras cuatro veces en mi vida. Preocupante manera de empezar el día.   Cáncer de células escamas, nada de qué preocuparse.

La naturaleza breve y concisa de los mensajes de twitter animó a alguno de sus allegados a indagar más a fondo en el anuncio del veterano jugador, que confirmó posteriormente que ya se había operado del tumor.

El melanoma es el cáncer de piel más serio. Este era de células escamosas y ya me lo han quitado #noesgrancosalaverdad

Así leídos, los comentarios de Brunson sobre una enfermedad tan procupante parecen bastante desabridos. Es normal, si pensamos que ya hace 50 años, a Doyle le auguraron unos pocos meses de vida.

La historia se recoge en el Super System 2 (vía PokerNewsDaily), la secuela al famoso libro en el que Doyle Brunson enseñaba a jugar al poker.

Brunson llevaba pocos meses casado y esperaba su primer hijo. Empezó a notar molestias en la garganta, donde se notaba un pequeño bulto. Los tratamientos antibióticos no tuvieron efecto y  el tamaño del bulto seguía creciendo, así que decidió pasar por el quirófano para que le quitaran lo que se suponía un tumor benigno.

Para su desgracia, en la mesa de operaciones se descubrió que era cáncer, y que se había extendido. Los doctores le dijeron que le quedaban apenas unos meses de vida.

Decidido a compartir los primeros meses de vida de su hijo, Doyle decidió someterse  a una cirugía radical en el cuello que podría prolongar ligeramente su esperanza de vida, pese al serio peligro de no salir siquiera de la mesa de operaciones. Para sorpresa de los doctores y tras ocho horas de operación, hubo que cambiar el diagnóstico. Ya no quedaban restos de cáncer en el cuerpo de Doyle.

Las probabilidades contra simplemente sobrevivir a la operación eran muy altas. Un mes antes, el color negro del melanoma se podía ver a simple vista. El hecho de que el cáncer hubiera desaparecido era inexplicable para el personal del hospital. Cinco doctores distintos había dictaminado unánimemente que era médicamente imposible que pudiera vivir más de unos pocos meses, con o sin la operación.

La última vez que había escuchado un diagnóstico similar fue el año pasado, cuando se le descubrió otro melanoma en un brazo, y del que fue operado con éxito.

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