La justicia del póquer

Anónimo | 23/02/09

Como sabreís, las ventajas o inconvenientes de vivir profesionalmente del póquer por internet son algo que se debate mucho en esta comunidad. Recientemente he leído varios artículos y opiniones de lo más interesantes a ese respecto. A riesgo de dejarme alguna, voy a intentar hacer un pequeño inventario de las que más me han llamado la atención:

Este artículo de Vedast sobre la dedicación profesional al póquer.

La (todavía sin concluír) historia de Alex 'Alex4ever' Sánchez sobre sus inicios como jugador profesional: I, II y III.

Este artículo de Carreño sobre el póquer online y la juventud.

Tres artículos de Raúl Mestre sobre el tema: El póquer como fuente de ingresos, Las dificultades del Póquer Online a alto nivel , y Póquer y mundo real: agravio comparativo.



Este artículo de Boltrok
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Además, muchos de los comentarios y respuestas a estos textos son muy valiosos. Pienso por supuesto en el mismo Vedast, que está en todas, y también en algunas de Thalai, Pacocho, Nepundo y algunos otros que me olvido; y pienso también en las muchas veces que he hablado con otros jugadores de póquer online, profesionales o no, ganadores o no, ludopatas o no.

Una de las cosas que se suele obviar al hablar de dedicar un esfuerzo considerable a vivir del póquer, y que para mí es importantísima, es lo justo que es el póquer. En condiciones de desarrollo normales de nuestras carreras de jugador -es decir, aparcando una hipotética prohibición, lesión física que nos imposibilite para el póquer online, destrucción de internet a nivel local o global etc. etc.- no hay casi ninguna instancia interna o externa al póquer que pueda darnos ventaja sobre otros jugadores. Esto es algo llamativo y que es raro que pase en otras facetas de la vida, si somos honestos y pensamos con frialdad.

El caso es que hoy empecé a leer el libro de Roberto Saviano, Gomorra, que tanta fama ha cosechado y tantos problemas le ha dado a su autor. El segundo capítulo se llama 'Angelina Jolie'; se supone que el modisto que realiza el traje con el que la actriz va a la gala de los Óscars ha sido hecho a mano por un anónimo costurero chino a sueldo de la mafia napolitana, sin percibir por ello prácticamente nada y sin posibilidad alguna de que su trabajo llegue a ser reconocido. Por supuesto nadie le ha avisado y se entera viendo la chaqueta en una revista; tras ello, bueno, no voy a decir lo que hace después de enterarse, por si a alguno le entra curiosidad y quiere leer el libro. Esto me hizo pensar sobre las muchas veces que un trabajo no se ve adecuadamente recompensado, y en el hecho de que eso no puede pasar en el póquer, si jugamos sistematicamente y a largo plazo.

El caso del libro de Saviano evidentemente es muy extremo y dista mucho de ser real. Sin embargo captura una situación muy común que en el póquer online es imposible que se de: cuando la calidad de nuestro trabajo no se ve adecuadamente recompensanda, y, por tanto, y esto a muchos les da aún más rabia, cuando la calidad del trabajo de otros se ve mucho más recompensada de lo que éstos merecerían.

En cualquier profesión real es casi imposible que no haya elementos de azar que determinen casi totalmente cómo va a discurrir nuestra vida profesional.Ya sea por el capital familiar, los enchufes que nosotros, o quienes aspiran al mismo puesto que nosotros, podamos o puedan conseguir,  nuestra belleza física o falta de ella, o cualquier clase de coyuntura inesperada, dedicarnos a según qué profesiones supuestamente 'seguras', o 'normales', puede ser algo enormemente dependiente del azar.

En el póquer, esos factores se minimizan completamente; por paradójico que suene, un jugador profesional de este supuesto juego de azar verá su carrera afectada por la suerte en mucho menor grado que cualquier trabajador común. Al póquer sólo hay una manera de ganar dinero: cometer menos errores que tus rivales. Aunque muchos tenemos la sensación psicológica de ganar dinero -y mucho de golpe- cuando cazamos un set contra otro más pequeño, unos ases contra unos reyes o un color contra escalera, lo cierto es que esas manos ni nos dan ni nos quitan dinero (mejor dicho, perdemos el rake). Sólo ganamos dinero, de derecho, cuando nuestro oponente juegue mal y nosotros no lo hagamos peor. Mientras eso sea así, ganaremos dinero en el largo plazo. No hay más; ninguna fuerza de la naturaleza puede hacer ganar dinero a un mal jugador, ni perderlo a otro que tiene ventaja sobre sus rivales. Lo único que hay que hacer para ganar al póquer es jugar mejor que los demás, lo suficientemente mejor como para remontar el rake.

Conseguir esto, un juego que de media sea ganador, depende unicamente de nuestras decisiones; no busqueís otros factores porque no los hay. Y por decisiones no me refiero solamente a cada una de nuestras jugadas sobre el tapete; todo lo que rodea a nuestra carrera como jugador es algo que tenemos que pensar, comprender y decidir: si nos dedicaremos al póquer en vivo o al online y por qué; qué sala, nivel y modalidad escogeremos; cuánto dedicaremos a estudiar y cuánto a jugar; si sacrificaremos beneficios a corto plazo para mejorar nuestro juego de cara al futuro... etc. etc. Todas y cada una de esas cosas están en nuestra mano y dependen de nuestra deliberación racional. No hay jefe, patriarca, enchufe, protección por parte de terceros o golpe de suerte que pueda convertir a otro jugador peor que nosotros en uno mejor de la noche a la mañana. Ganaremos lo que nos merecemos; tal vez no este mes, ni el que viene, ni en las próximas 100.000 o 200.000 manos. Pero en el largo plazo, nadie gana más ni menos que lo que, por derecho, en función de su nivel de juego y elección de meta-juego, le corresponde.

Esto es duro para muchos. La mayoría de regulares que conozco está en una misteriosa permanente mala racha y lleva cientos de miles de manos breakeven o ganando unas pocas bb/100. Pensar que se debe a la varianza, que el nivel está subiendo, que el póquer online está amañado o que le corresponde a la esencia de este juego el que nadie pueda ganar, es algo que muchos pueden pensar para tranquilizarse, pero no es el camino adecuado. Lo normal en la vida, cuando las cosas vienen mal dadas, es pensar en lo injusto que es todo. Tal vez en otros aspectos, en algún momento determinado, tengas razón; la vida no es justa. El póquer, en cambio, sí que lo es. Si no consigues batir niveles, es culpa tuya, no de los demás. No te concentras lo suficiente, no estudias lo suficiente, juegas demasiadas mesas o no lo haces en el nivel o metajuego adecuado para tu habilidad. Seguramente confías ciegamente en algunos consejos que has oído por ahí y sigues a rajatabla, en vez de buscar cada vez nuevas fuentes de información, y pensar en la razón última de realizar cada jugada, en el motivo científico de la ganancia.

Tu carrera como jugador de póquer no tiene ningún porcentaje de azar; depende sólo de ti. No es verdad que no se pueda ganar al póquer por culpa del river, los programas estadísticos o el nivel de las salas. Tampoco es verdad que sea un juego subjetivo, en el que normalmente no hay una sola jugada correcta o no hay una estrategia que sea mejor que las demás. Pensamientos y creencias así, tan repetidas por todas partes, sólo van a frenar tu carrera de jugador y evitar que te centres en las dos únicas cosas que importan, a saber: tomar buenas decisiones y estudiar para tomar más decisiones correctas en el futuro.

Yo, personalmente, vivo del póquer, pero ni mucho menos me considero jugador profesional de póquer. Estoy sin embargo en ese raro punto, por el que varios hemos pasado, en el que la cantidad de tiempo dedicada al póquer, la cantidad de ingresos y la falta de posibilidades en otros ámbitos, me obliga a plantearme semejante posibilidad, al menos como un plan B o C. Una de las cosas que más me llaman la atención de vivir del póquer es, precisamente, que mi éxito en tal empresa depende solamente de mí, al menos mientras la situación actual se mantenga unos años. Esta justicia del póquer me impacta y me resulta importante mucho más que las ganancias, los horarios o el hecho de que el póquer sea un juego al que supuestamente es divertido jugar. (Ja. Ja. Ja.)

No hay terceras personas, injusticias, decisiones arbitrarias o ineptas de terceros, enchufes, traiciones o resentimientos que puedan interponerse entre yo y mis decisiones a la hora de jugar y mejorar mi juego. Si mis decisiones son buenas y consigo mantener la objetividad y frialdad suficientes a la hora de tomarlas, podré llegar a tener un nivel suficiente como para plantearme seriamente ser un jugador de élite. Si por el contrario no consigo superar la pereza, la codicia, los prejuicios, los nervios, el miedo y las tonterías que nublan mi pensamiento en cada mano que juego, semejante tarea será imposible. Sólo se trata de ver qué es mas fuerte en la balanza. Pero, a la postre, si mis decisiones racionales no superan toda la enorme masa de prejuicios y emociones tontas que se nos pasan a todos por la cabeza al jugar una mano, no podré culpar a nadie más que a mí mismo. El póquer es justo.

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