Juventud divino tesorto. Juicio crítico sobre la madurez en el póquer por TheBigTrujillano

Simón | 18/06/08

“La juventud es el tiempo de estudiar la sabiduría”. Jean Jacques Rousseau.

Antes de entrar en pormenores, quisiera presentaros dos retratos robot que, probablemente, sean susceptibles, siquiera de forma inconsciente, de ser dotados de “cuerpo” por parte de los habitantes habituales del mundillo del póquer pero que pueden servir, igualmente, para los recién llegados o meritorios de nuestro juego para que identifiquen, a grosso modo, ciertas premisas que por evitables o por envidiables deben ser referencia formativa inicial.

De todas maneras, en socorrida máxima, “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia” y no pretendo, sirva de aviso, personalizar ni describir, sino más bien dar unas notas generales de cómo la juventud se ha posicionado (o lo pretende) en el póquer y qué direcciones sería bueno seguir, aun con recovecos y qué otras debieran ser descartadas por su mala pinta de atajo pedregoso impracticable.

Retrato Robot nº 1.-

  • Joven inquieto en sus aficiones, con inusitada apertura mental para la recepción de información.
  • Conocedor experto de las herramientas informáticas, a las que se adapta con evidente facilidad.
  • Coeficiente intelectual probablemente por encima de la media.
  • Insaciable curiosidad por el entorno donde desarrolla su actividad.
  • Proveniente de otras procelosas aguas, las de los juegos de rol por Internet, donde ha aprendido a agudizar dotes como el ingenio y la disciplina, que por madurez no debieran corresponderle.
  • Capacidad de discernimiento y reflexión impropios también de su edad.
  • Habilidades innatas, no aprendidas, a las que sabe sacar rendimiento frente a rivales mucho más lineales, temerosos o irresponsables.
  • Búsqueda constante de soluciones de juego rentables.
  • Inasequible al cansancio, sumamente meticuloso, se somete a programas de actuación y no deja que nada quede a la improvisación.
  • Gran estudioso, analista de situaciones y de jugadores, sabe desechar aquellas opciones que no le supongan rentabilidad.
  • Visión empírica y de inclinación matemática del póquer, rechaza mentalmente y en la práctica aspectos vinculados con el mero azar y comportamientos irracionales.

Vayamos ahora con el segundo retrato.

Retrato Robot nº 2.-

  • Joven con ciertas connotaciones dedesapego emocional, busca el entorno del póquer por su componente de socialización más que por el deseo real de ganancia o progresión.
  • Su inmadurez y la escasa consolidación de su personalidad le lleva a malinterpretar el difícil mundo en el que se está adentrando, queriendo crecer saltándose las pautas sensatas de actuación.
  • Demasiado supeditado por los llamados “pecados de juventud” como la soberbia, la falta de concentración e interés, la impaciencia y la impetuosidad de carácter.
  • Irrespetuoso igualmente con las líneas maestras de la formación poquerística, no cree necesario el estudio y la observación porque no comete errores, es poco receptivo ante el consejo ajeno, tiene poca visión de conjunto y su carácter es frágil y enconado.
  • Sufre vaivenes continuos de juego precisamente porque no dedica tiempo alguno a estabilizar su sistema (o a crearlo).
  • Y lo más peligroso, desprecia las cantidades económicas que utiliza en las mesas, tiene una patológica tendencia al “gambleo” y es carne de “tilt”, lo cual sitúa su personalidad en un candidato seguro a problemas con la ludopatía.

Ubicados ambos perfiles de personalidad, queda enunciado que juventud no tiene porque ser antónimo de madurez en el póquer, siempre y cuando ese adolescente, que quizá ni siquiera alcanza aún la mayoría de edad, reúna las condiciones expresadas en el retrato nº 1, pero puede ser sinónimo de inmadurez, que será lo más normal, por meras deficiencias cognoscitivas, propias de su falta de desarrollo.

Y aquí es donde radica el verdadero peligro, ya que el primer perfil será casi seguro ganador estable pero lo que no será es perdedor (o, al menos, sabrá discernir cuando le llega el momento de retirarse de la aventura poqueril porque no se ve capacitado para ganar o no disfruta jugando), mientras que el segundo será perdedor a muy corto plazo, sin posibilidad de reacción y con consecuencias paralelas que pueden ser muy dañinas, porque no estamos jugando a un juego de niños pero él no se da cuenta y se obceca en sus errores.

Ese divino tesoro que nos da la juventud debe ser correctamente administrado si de póquer hablamos, así que os propongo un juego sencillo de auto-reflexión: voy a señalar, en bloques de dos, cualidades contrapuestas a defectos, achacables ambos, por definición, a la adolescencia que afronta el reto de ser jugador de póquer. Seamos sinceros y anotemos qué cualidad o defecto nos adorna.

Olvidemos por un momento, si os parece, utopías como la de ser profesional o llegar a ser dominador inamovible de niveles altos, hablemos solo de consolidar nuestra madurez y gracias a ello movernos con soltura, sin presiones, con beneficios relativos y con pérdidas sostenibles, creciendo como jugador al tiempo que crecemos como persona. Permitidme, por un momento, ser vuestro albacea, aunque sólo sea porque desde la distancia, con mayor objetividad, se ven las cosas más claras y uno mismo es mal juez de sus actos.

  1. 1. Cualidad: Dosis elevadas de atrevimiento que bien reconducidas favorecen la agresividad, el cambio de marchas, un menor temor al fracaso y levantarse ante las adversidades. La heterodoxia como elemento aprovechable.

    Defecto:

    Descontrol de las emociones y endeblez ante situaciones extremas, que se darán muy a menudo en las mesas, adversarios más experimentados pueden encontrar fácilmente cómo poner en el disparadero al atolondrado joven.

  2. Cualidad: Frescura de movimientos, capacidad de adaptación y absorción de conocimientos, sabrá poner en dificultades a los jugadores más rígidos y estáticos.

    Defecto:

    La estimación de su valía como jugador por encima de la realidad le pondrá, a menudo, en situación de debilidad frente a contrincantes habituados a mil batallas, sus resquicios se harán más evidentes cuando su innata vanagloria le haga descuidar la guardia.

  3. Cualidad: Mayor capacidad física y psicológica para aguantar largas sesiones en Internet, es su hábitat natural y en él se siente muy seguro porque domina esos ambientes, es capaz de automatizar sin esfuerzo sus movimientos y actuar con reflejos a pesar de estar muchas horas multitableando y tomando miles de decisiones.

    Defecto:

    Los bajones en la tensión de juego, motivados por el no cumplimiento de sus expectativas de resultados o por la pérdida de concentración a la que están muy expuestos, les llevará a fracasos de gran estrépito. Dificultad para controlar y atenuar los descensos de rendimiento, no conseguirán un equilibrio y una regularidad, muestran una imagen exagerada por exceso o por defecto.

  4. Cualidad: Menor conservadurismo y encorsetamiento, dotan a su juego de dinamismo y saben modificar sus hábitos según las circunstancias con las que se enfrentan en las mesas, hacen de la improvisación y la imprevisibilidad sus armas más temibles.

    Defecto:

    Llevados a un grado apreciable de presión, pierden con facilidad los esquemas, dejando entrever la inestabilidad y falta de continuidadde su juego. Un jugador regular, gestor avezado de su bank y con muchos miles de manos en niveles sucesivos puede hacerles mucho daño en su línea de flotación, simplemente porque ha vivido muchas más situaciones de downswing y ha sabido profundizar en las lecturas ajenas.

Sólo un consejo final: las edades tempranas, en el póquer y en cualquier ámbito de la vida, nos abren panoramas amplísimos y tentadores. De vosotros depende llegar a alcanzarlos, siempre que la sensatez y el sentido común están escritos en vuestro cuaderno de bitácora con letras de fuego. De lo contrario, el daño sufrido puede ser difícil de digerir.

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