SNE, nosce te ipsum y otras batallas por spainfull

Anónimo | 22/01/09

A raíz de la consecución por parte de Hugadas del tercer Supernova Elite español del año (¡enhorabuena!) y de la discusión originada en el hilo original y en otro, quiero reflexionar esta semana sobre un aspecto del juego del que muchos jugadores parece que se olvidan o que no tienen muy en cuenta, el escenario escogido para disputar la batalla.

Para los que no sepáis qué es ser Supernova Elite, a grandes rasgos se trata de un estatus que se consigue en la sala Poker Stars que proporciona grandes recompensas económicas a quien lo alcanza (entre unas cosas y otras se calcula que más de $120.000). Para llegar a tal nivel, es necesario jugar una cantidad indecente de manos, mayor cuanto menor es el nivel en el que se juega. El gran mérito de este jugador es que lo ha hecho en NL100 FR, jugando 22-24 mesas y cerca de ocho horas diarias. Pero además de eso, no se dedica exclusivamente al póquer, con lo que más que un logro, es toda una hazaña. Un premio a la constancia, al esfuerzo y a la fortaleza mental para soportar malas rachas y días en lo que no se tienen ganas de nada.

La discusión que semejante noticia ha traído a los foros, se basa en si merece la pena semejante volumen de juego sacrificando tiempo de mejora del mismo con la consecuente disminución del ratio de ganancias. Pero el artículo no trata de este tema directamente, ya que cada uno debe conocerse a fondo y saber qué es lo que más le conviene dependiendo de sus características y habilidades. De esto de lo que quiero hablar ahora que se acerca el fin de año y la gente se marca objetivos para el año próximo (aunque parece que para el 2009 cualquier cosa que sea sobrevivir a la tremenda crisis que nos azota ya sea toda una proeza).

Algo a priori tan sencillo como conocerse uno mismo y nuestro nivel en determinadas facetas, no es tan trivial como pudiera parecer. En otro artículo, hablaré sobre el nivel de incompetencia y su relación directa con la capacidad de reconocerla. Pero para hoy baste con indicar que cuanto más incompetente es una persona, menos consciente es de su propia habilidad y la de los demás (por supuesto, sobreestimando la suya y subestimando la de los otros). Esto es muy importante porque, como decía Tsun zu en “El arte de la guerra”:

Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado. Si eres ignorante de tu enemigo pero te conoces a ti mismo, tus oportunidades de ganar o perder son las mismas. Si eres ignorante de tu enemigo y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en cada batalla.

Como bien señaló en su día Carreño en este artículo sobre este libro, existe una gran semejanza entre la guerra y el póquer (por extensión, también con la vida). Cualquier gran estratega militar sabe que se debe escoger la situación y el emplazamiento que favorezca al máximo las capacidades propias y disminuya al mínimo las posibilidades enemigas. Que ¿a qué viene todo esto? Pues a que a diferencia de, a muchas ocasiones en las que no podemos elegir el lugar ni las condiciones de la batalla, a la hora de jugar al póquer, sí que podemos y deberíamos hacerlo.

En primer lugar, debemos saber qué tipo de jugador somos, cuántas horas y número de mesas podemos jugar al día, qué mesas nos convienen y sobre todo, qué nivel real tenemos. En segundo lugar, conocer las condiciones de las distintas salas disponibles: número de mesas disponibles de nuestro nivel o superiores, tipo de juego, nivel de los jugadores, calidad del software, atención al cliente, ofertas de rakeback o similares, posibilidad de usar software estadístico, etc. Una vez que disponemos de todos los datos necesarios, es imprescindible reservar todo el tiempo necesario para analizarlos y tomar la decisión que más nos convenga.

La mayor parte de las veces, los jugadores toman las decisiones sin tener en cuenta todos los factores, resultando en una pérdida de dinero a largo plazo (o incluso de salud en los más graves; por ejemplo jugando en salas con malos jugadores y tener mucha facilidad para acabar on tilt). El hombre es un animal de costumbres, y cualquier cambio suele ser traumático, al menos al principio. En eso se basan muchas salas al atraer a los jugadores por primera vez. En cuanto se tiene la rutina, cuesta cambiarla siempre. La nuestra es la sociedad de la comodidad, y esto es algo que un jugador de póquer, sencillamente, no se puede permitir. Otras veces, se juega en determinada sala porque la mayoría lo hace, sin pararse a pensar si es lo mejor para nosotros.

Para terminar, un ejemplo más o menos real de algunas cosas que hay que tener en cuenta a la hora de decidir el escenario de juego y la estrategia a seguir. Imaginemos que la elección de sala y el nivel, a modo de homenaje, es Poker Stars NL100 FR. Para hacer la elección idónea, tenemos que saber el número de manos necesarias para obtener los distintos estatus, las horas que podemos dedicar, el horario en las que las podemos hacer y nuestro ratio de ganancias para cada distinto número de mesas. Teniendo en cuenta que, a mayor número de mesas, menor ratio de ganancias, pero también menor logro de puntos para alcanzar cierto estatus que nos reportará mayor dinero en forma de bonos (y posiblemente en menos tiempo de estudio y mejora del juego). Pero no solo esto es imprescindible (aunque sea de modo aproximado, ya que es prácticamente imposible saberlo con exactitud), sino que también hay que tener presente que los peores jugadores están en las mesas fast (mesas rápidas con menos tiempo para pensar las jugadas), con lo que si se juega 24 mesas, no se podrán poner tantas de este tipo y seguramente se gane menos dinero por elegir mesas menos fáciles…

Y esto solo para una sala, en un nivel y una modalidad. Así que, obtened toda la información que podáis, conoceros lo mejor que podáis como jugadores (tanto técnica como mentalmente), y a partir de ahí, dedicad el mayor tiempo que podáis a elegir vuestro lugar de batalla y las condiciones de la misma. Y siempre que podáis, escoged las mesas con los peores jugadores y con posición sobre ellos. Y a por ellos, que son pocos y cobardes.

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