Virtudes y defectos del jugador de póquer. Construyendo el jugador perfecto por TheBigTrujillano

Anónimo | 23/07/08

La sociedad humana constituye una asociación de las ciencias, las artes, las virtudes y las perfecciones. Como los fines de la misma no pueden ser alcanzados en muchas generaciones, en esta asociación participan no sólo los vivos, sino también los que han muerto y los que están por nacer. Edmund Burke.

Dejándome llevar por la extendida moda de los retos que con tanta frecuencia nos estamos planteando últimamente, he decidido para este artículo marcarme uno propio que vaticino que será de gran dificultad y para el que ni siquiera sé si estaré capacitado, pero como no va a contener hipotéticos logros económicos en su planteamiento, pues voy a arriesgarme.

Mi reto consiste en lo siguiente: tengo delante de mí un puzzle, oportunamente deshecho en muchas piezas, con el que, en el caso de encajarlas certeramente, llegaré a construir el perfil aproximado de un jugador de póquer tipo, lo que llamaríamos un jugador “regular” en su tiempo de dedicación y en las ganancias obtenidas (o en la minimización de sus pérdidas).

Mi utópico deseo, cual enfermizo Doctor Frankenstein, sería llegar a crear mi particular criatura a base de remiendos, quitando de aquí y poniendo de allá, de tal manera que el resultado final sea un ser capaz de subir de niveles con progresión, no ser proclive al desánimo, mantenerse con solvencia y eficacia y que sufra incluso un cortocircuito cerebral por el mero hecho de escuchar la palabra “suerte”.

Para tal labor, como he comentado, me he surtido de las oportunas piezas, divididas en grupos según las virtudes y defectos que puedan definir a un jugador de póquer. Tengo un buen montón de piezas-virtudes, pero mezcladas con piezas-defectos. Nadie dijo que esta improvisada función de demiurgo que me he otorgado sea sencilla.

Me gustaría ir conectando con fluidez las piezas-virtudes e ir desechando las piezas defectos, pero me resulta tan tentador (por ser más fácil) terminar mi puzzle encajando unas con otras…

Se me ocurre sobre la marcha que quizá vosotros, una vez os describa las piezas, seáis más hábiles que yo para crear vuestro modelo de jugador de póquer, vuestro propio “alter ego”, modélico, completo, sin resquicios…pero tened cuidado porque cuando uno cree haber modelado al jugador ideal, puede toparse un buen día con que éste se vuelve en su contra, convirtiéndose en peligroso, inconsciente e imprevisible en los daños que pueda causar.

Así pues, me pongo la bata blanca, dispongo ordenadamente mi instrumental de cirujano y comienzo a analizar con paciencia mis fragmentos de jugador. Limpieza de sudor. Pulso firme. Comenzamos…

GRUPO 1º. Capacidad analítica y visión de conjunto aguzada.

Piezas disponibles: Dispongo de unas piezas muy limpias y aprovechables en este sentido, si bien he tenido que extirpar (no sé si lo utilizaré finalmente) pequeños apéndices que colgaban de las piezas principales.

He descubierto que el analista recalcitrante tiene el peligro de la acumulación de datos superfluos, de una mala interpretación de los datos que acumula o de la incapacidad de adaptarlos correctamente a los niveles superiores.

Todo ello sin contar con que dicho analista experimentado se vuelva excesivamente rígido en su juego diario, es decir, que la solidez y el control actúen como cortapisa de la improvisación.

CAPACIDAD ANALÍTICA

  • Visión global de las situaciones planteadas en las mesas (PERCEPCIÓN).
  • Visión específica, en detalle, de las decisiones tomadas (ESTUDIO).

¡¡Peligro!! (Apéndices “extirpables” por exceso):

  • Sobre acumulación de información sin reciclaje.
  • A mayor información, mayor dificultad de organización de la misma.
  • La disyuntiva racionalidad-sobriedad vs improvisación.

GRUPO 2º. El peso de los sentimientos y el componente irreflexivo del jugador.

Piezas disponibles: Ahora mismo tengo en mis manos el corazón perteneciente a un jugador de póquer que podríamos llamar “medio”, juega modalidad cash, normalmente entre 10 y 12 mesas y se está planteando la posibilidad de ascender de NL25 a NL50. Bombea con fuerza, se diría que en exceso, su ritmo de latidos es elevado…

Detrás de las cartas y, sobre todo, detrás de cada decisión tomada está una persona, influida por circunstancias externas y por estado de ánimo cambiantes. En tanto en cuanto tales reacciones no-cerebrales permanezcan latentes, siempre que la reflexión no se vea postergada por la visceralidad, ese jugador medio del que hablamos aspirará a metas superiores.

RAZONAMIENTO MATEMÁTICO vs COMPORTAMIENTO REFLEJO

  • Frialdad. - Impulsividad.
  • Cálculo. - Emotividad.
  • Objetividad. - Subjetividad.
  • Mecanización (Acción mecanizada) - Pérdida de perspectiva .

GRUPO 3º. Instinto de supervivencia.

Piezas disponibles: En estos momentos tengo presto para su análisis un buen montón de perfiles de jugadores. Los estoy observando con minuciosidad.

  • Jugador talentoso pero sumamente irregular y poco permeable ante situaciones de cierta complejidad.
  • Jugador temperamental en demasía, no acepta (ni corrige) las desviaciones negativas de la varianza y depende mucho de los estados de ánimo, por lo general cambiantes.
  • Jugador inmaduro y con incontrolados aires de grandeza.
  • Jugador irrespetuoso con la gestión de su bank.

Todos estos fragmentos que estoy diseccionando me plantean un problema común: sus características ofrecen muy pocas garantías de permanencia y estabilidad en las mesas, en realidad necesito un jugador cuya capacidad de adaptación le permita, a pesar de las lógicas dificultades, reponerse ante las adversidades o rachas negativas, necesito un superviviente en definitiva.

Una carrera amplia y estable en el póquer precisa de:

  • Superación ante la adversidad.
  • Respeto absoluto por el bank adquirido.
  • Estilo de juego definido e inquebrantable.
  • Tilt moderado, bajo control.
  • Adaptación a nuevos jugadores, a nuevos estilo de juego.
  • Obtención de respeto por parte de sus rivales en el nivel jugado.

Por el contrario, una carrera efímera se producirá por:

  • Inestabilidad emocional.
  • Prepotencia.
  • Pérdida de concentración.
  • Inexistencia de una línea de juego constante.
  • Irrespetuosidad hacia las normas de administración y gestión del bank.
  • Perseverancia en los errores sin reparar en soluciones.
  • No búsqueda (sino desprecio) de soluciones ante fracasos parciales.

GRUPO 4º. Los aires de superioridad y la fortaleza mental.

Piezas disponibles: No tengo más remedio que coger con pinzas, teóricas y reales, estas piezas que ahora quiero escudriñar ya que creo que, en dosis muy controladas, podrían encajar perfectamente en nuestro proyecto de jugador. Pero debemos decidir cuál es esa dosis justa de “ego” recomendado.

Mi teoría era muy clara al respecto, la egolatría es enemiga del juego óptimo. Pero últimamente he leído las opiniones de reputados científicos, en ciertos foros especializados, que defendían la idoneidad de ese punto justo de soberbia, de aires de grandeza, para con ello demostrar firmeza y fuerza en las mesas y no me parece una tesis rechazable.

VERTIENTE POSITIVA DE LA EGOLATRÍA EN EL PÓQUER

  • Seguridad inamovible en uno mismo, a pesar de la derrota.
  • Corrección de errores que le hayan hecho estar en situaciones de inferioridad (situaciones mal digeridas generalmente por un jugador ególatra que controla su estado).
  • Autoconfianza derivada de esa sensación de superioridad.
  • Explotar con fuerza los defectos del jugador inferior y apreciar al buen ególatra villano.

VERTIENTE NEGATIVA-PATOLÓGICA DE LA EGOLATRÍA EN EL PÓQUER

  • La hinchazón puede convertirse en tumor maligno.
  • Una superioridad mal entendida puede llevar a la obcecación.
  • Dinámica de juego irreflexiva, sin más argumentos que el de “he de ganar porque soy superior”.

APROVECHAMIENTO DEL EGO DESMESURADO RIVAL

  • Descubrimiento de esos “egos”, contención y búsqueda del momento de ataque.
  • Caza y captura del ego “inflamado”, tan apetecible como la pesca tradicional del fish.

Mi ilusión ante este arduo trabajo de recopilación de fragmentos para llegar a mi “gran creación” se mezcla con una paralela sensación de frustración, como le ha de pasar a todo científico que se precie, mezcla de idealista y de loco…¿A quién se le ocurre embarcarse en semejante empeño?

Ahora recuerdo otros factores que también encajarían a la perfección como la pasión por el póquer (¿llegados a ciertos niveles esa pasión desaparece, cuando el juego pasa a convertirse en un trabajo? ¿necesitamos ese incentivo, en mayor o menor medida para seguir jugando?), la particular idiosincrasia del jugador de póquer (¿inteligentes, ambiciosos, rebeldes, locos, individualistas, inquietos, competitivos, buscadores de emociones…?), el componente adictivo de este juego (dinero+deseo de victoria, un cóctel irresistible)…

No puedo yo solo, lo reconozco…¿será imposible encontrar el perfecto jugador de póquer?

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