Una victoria pirrica
Cansado este año de los sits que tan magros resultados me estaban dando, me fui a Pot Limit Omaha PL10 donde también me considero buen jugador, y no había tenido buenos resultados, pero sabía que ahí tenia que ganar, ya que lo domino bien y hay muchos malos jugadores, la primer semana tuve buenos resultados, +$100 jugando PL10 y solo una mesa no mas de 3 horas al día, el sol brillaba y los pajaritos cantaban en mi ventana. Cuando de pronto recibí el fatídico mail de la sala, digo fatídico a pesar que el mail era una recompensa, si un bono de 50 dólares que se me acreditarían al llegar a los 500 puntos summits ( puntos de jugador frecuente en la sala), en ese momento estaba haciendo unos 20 puntos diarios, saqué la calculadora 500/25=25 dias, jugando un poco mas lo liberaba en 10 días, mas las ganancias, pan comido me dije, comencé de a poco sumando un par de mesas mas a la rutina pero empecé a notar que ya no jugaba por el dinero, si no que mi objetivo se había convertido en sumar puntos, jugaba permanentemente mirando cuantos puntos sumaba, no se que demonio se apoderó de mi en ese momento, en mi ventana ya no había pajaritos, sino cuervos dispuestos a arrancarme los ojos, mi única obsesión en ese momento era liberar el bono, ya no quería dormir, la orden de mi cerebro era liberar el bono, libertad o muerte podríamos decir. Ya no bastaba PL10, debía liberarlo esa noche así que subí a PL25, los cuervos de la ventana ya tenían el tamaño de pterodáctilos , los bad beats se sucedían en cascada, perdía con lo que entraba, escalera en el turn contra set iba con todo y se repetia una carta, el que jugaba un proyecto de color contra mi tenía 97% de probabilidad de ganar, mi sesión ya era una tragedia, pero cuando se esta en el baile solo queda una opción: bailar. La cuenta de puntos aumentaba en inversa proporción de mi banca, pero ya no había vuelta atrás, mis situación me recordaba la de los luchadores de la película 300 cuando los tiran por el acantilado, adelante los ensartaban, para atrás el abismo. Hasta que no se en que momento dado todo terminó, la paz invadió mi cuarto, lo había logrado, había liberado el bendito bono, un bono de 50 dólares que me había costado 110, en una victoria pírrica, ya que como dijo aquel general que venció a los romanos a costa de la destrucción de su ejercito, yo puedo repetir su misma frase: “Una victoria mas como esta y estaré completamente derrotado”.